Traeré a colación la memoria borrada de la historia: la caza de brujas. Para ello me remontaré al siglo XVI cuando Europa a partir de las conquistas y colonizaciones impone su habitus como norma, idea y proyecto universal para todos los pueblos del mundo. Ello ocurre en el plano: económico, político, religioso, epistemológico y lingüístico (Anibal Quijano, 2007). Toda esta imposición se puede observar en el contexto de caza de brujas, en donde desde el nombre de la modernidad se impuso: un modelo capitalista único, un único modelo político valido, una única religión cristiana como la verdadera. El pensamiento fue invadido por la racionalidad, a la vez que se impusieran las lenguas derivadas del latín y griego como las únicas capaces de transmitir conocimiento verdadero y válido. Todo esto lo podemos observar en el contexto de la caza de brujas que se instauró en diferentes lados del mundo. Yo elijo centrarme en la zona del País Vasco, pues es la historia que rememoro, llevo en la sangre y revivo constantemente.
La organización social del País Vasco en el siglo XVI era comunitaria y se organizaban a partir de una estructura matrilineal. Las mujeres llamadas brujas eran mujeres campesinas, que vivían de trabajar la tierra y criar ganado. Eran mujeres que conocían muy bien las hierbas medicinales y las utilizaban para sanar a las y les vecines. Podríamos decir que eran las médicas de la época. Por ende podemos imaginar que los “Akelarres” eran festejos, como así también reuniones de intercambio de información. Pero desde la visión de la Iglesia, que poquito a poco iba conquistando más cabezas y cuerpos, no les eran de mucho agrado estas mujeres. Sobre todo por tres concepciones que tenían acerca de ellas, tres acusaciones principales que podríamos enumerar como: 1) poseer una sexualidad femenina, 2) estar organizadas y 3) poseer conocimientos médicos y ginecólogos (Barbara Ehrenreich y Deirdre English, 1981). Estas mujeres ofrecían consejos anticonceptivos y efectuaban abortos, tenían un concepto de la sexualidad no aceptada por la iglesia y eran campesinas en un contexto social donde las expropiaciones eran diarias. Por ende, se observa que esta persecución fue política y moralista, ya que las mujeres no seguían ni el orden eclesiástico, ni político de la época. Las brujas representaban una amenaza política, religiosa y sexual para la iglesia. Por esta misma razón las hicieron desaparecer. Ya que “frente al fatalismo represivo del cristianismo, la bruja ofrecía la esperanza de un cambio en este mundo” (Barbara Ehrenreich y Deirdre English, 1981).
Pero esta historia no quedó solo en la memoria de algunes cuerpas, esta historia todavía sigue vigente en nuestras cuerpas. Ya que, la caza de brujas no solo fue el quemar algunas cuerpas, fue una adoctrinamiento de les cuerpas y del placer. En esa época en el cual el capitalismo necesitaba trabajadores se tuvo que institucionalizar el cuerpo, proclamando la capacidad de racionalizar como lo único valioso de los cuerpos. La dicótoma propuesta por Descartes empezó a adentrarse en las subjetividades, rechazándose la parte emocional, corporal y instintivo de la misma persona. En este proceso, el cuerpo era lo otro despreciable el cual había que controlar (Silvia Federici, 2004). En todo este mejunje, las brujas tenían que ser exterminadas y fueron el chivo expiatorio de un proceso de colonización corporal y terrenal.
Aunque todos los cuerpos fueron siendo adoctrinados les cuerpas menstruales por el hecho de considerarse el “otro cuerpo diferente” al cuerpo normativo-varón fue racializado[2] por su sexo, fue excluida del ámbito público, enterrando sus saberes y sentires. Se le robó el espacio a aquellas no-varones científicas de la época para darles espacio a aquellos varones médicos; ya que, la razón solo pertenecía a los hombre, dándose así la colonialidad del saber[3].
DESDE UNA EPISTEMOLOGÍA PATRIARCAL A UNA EPISTEMOLOGÍA FEMINISTA
En el siglo XVII surge la ciencia moderna que deja de lado lo anterior, lo pagano y las mujeres. Este investigador, sí en masculino, tiene las cualidades y capacidades de racionalizar, evaluar, argumentar y participar. Este modelo de conocimiento es un sujeto objetivo y neutral. El cual “no pone en juego sus valores ni emociones, como si eso se pudiera hacer, ya que es capaz de dominar su propia subjetividad, de borrarla, y simplemente dejar testimonio de lo que ve (…). es capaz de neutralizar sus emociones, sus valores, sus preferencias” y dar un testimonio “neutro” de lo que ve. Además esta persona o ojo puede ser reemplazada por otro cualquiera, ya que se generaría el mismo conocimiento. Esto es, da igual cuales son las condiciones particulares de esta persona-ojo, ya que todos ven lo mismo. Además usa un lenguaje literal con el cual puede describir el mundo que ve. Este lenguaje aporta no cometer errores, ya que cada objeto o cosa tiene su nombre y así se evitaría la ambigüedad, la vaguedad y las falacias (Diana Maffia, 2016). Es el ojo de Dios varón heteronormativo que todo lo ve, que no se mezcla, que observa desde la distancia, etiqueta, evalúa y racionaliza. Siempre mirando desde arriba, desde sus privilegios a aquelles cuerpas que deben evolucionar para llegar a ser como él. Siempre analizando a ese otro diferente para “entenderlo”, transformarlo y colonizarlo.
El patriarcado y el capitalismo se han apropiado del cuerpo de la mujer en el nombre de la ciencia, y lo podemos observar en la medicina. Ya que les cuerpas menstruales se han usado para investigar, dejándonos huella que nos muestran y recuerdan a quien pertenecemos. Les cuerpas menstruales llevamos tatuadas los nombres de nuestros torturadores en nuestros órganos llamados malamente reproductivos. Esto surge a partir de que la medicina moderna pone el foco en entender ese cuerpo definido como el otro cuerpo diferente al cuerpo normativo masculino. Intentando explicar la zona del no ser[4] de les cuerpas menstruantes y la relación yo-otro, siempre desde su zona de cuerpo masculino. Nos quisieron conquistar le cuerpa nombrándonos con sus apellidos, como aquellos conquistadores que expropiaban tierras y se los apropiaban nombrándolas con sus apellidos. Entre otras, llevamos el nombre de Falopio que investigó en les cuerpas menstruantes queriendo entender ese cuerpo raro diferente al suyo. Pero las categorías de la zona del ser no sirven para entender las realidades o conocimientos de la zona no-ser.
En disonancia a la epistemología presentada anteriormente se sitúa la epistemología feminista que reclama la importancia de la investigación en acción, a la vez que expone que “el mundo se parece más a la metáfora que a la literalidad” (Diana Maffia, 2016). Propone que vemos el mundo “como si” y que vamos conociendo el mundo a partir de lo que tenemos previamente, que no existe esa neutralidad ya que tenemos puestas las gafas que nos distorsionan el ver. Aunque a veces no somos conscientes de estas gafas, por que las hemos llevado desde siempre sin darnos cuenta, hasta que algo o alguien nos rasguña el cristal y empezamos a darnos cuenta de las gafas incorporadas. Es ahí donde sacamos el pañuelo y nos las vamos limpiando, incluso a veces cambiamos de cristal o de graduación. Pero “la metáfora como las emociones, han sido consideradas obstáculos para el conocimiento (…), han sido consideradas obstáculos epistemológicos que deben ser eliminadas para lograr esta neutralidad valorativa y esa literalidad propias del conocimiento científico.” (Diana Maffia, 2016). Por que no debemos olvidar que ya los burgueses de la modernidad se encargaron de diferenciar cuerpo y mente, desterrado a las emociones y definiéndolos como aquello que debe ser controlado. (Silvia Federici, 2004).
¿CÓMO NOMBRAR ESO QUE NO SE NOMBRA PERO QUE APARECE EN MI BOMBACHA TODOS LOS MESES?
Hoy todavía en la academia se escribe desde un cuerpo racionalizado, donde además nos ofrecen todas las explicaciones biológicas y neurológicas para que entendamos les cuerpas menstruales qué es menstruar. Además, si se animan a hablar del ciclo menstrual es para explicarnos que a veces sufrimos el Síndrome Premenstrual (SPM) el cual ya ha sido catalogado en el DSM y obvio ya viene con su prospecto. El cuerpo de la mujer ha sido y sigue siendo un cuerpo donde la medicina ha investigado a sus anchas. Muchas veces incluso se ha considerado un cuerpo que se puede encender y apagar: nos ofrecen las pastillas anticonceptivas sin explicar los efectos secundarios (Erika Irusta, 2018). Y cuando una empieza a indagar sobre qué hace la pastilla “maravillosa” y su historia se le erizan los pelos del cuerpo.
Y entre tanta conquista, intervenciones y violencias a les cuerpas menstruales se va gestando la subjetividad que se produce y reproduce en las instituciones, ya que somos seres sociales. Cómo explican las compañeras de la Colectiva Feminista La Revuelta (2016): “los sujetos están implicados en las instituciones y son participe”. Bien sabemos que las instituciones instituyen cuerpos, mentes y pensares mediante mitos y narraciones. Siendo procesos complejos que generan mecanismos de clasificación, ordenamiento y jerarquización que marcan los cuerpos. “Para ello se usan teorías, pedagogías, leyes y el lenguaje, a partir de los cuales se naturalizan rituales, acciones y códigos. Las marcas nos recuerdan nuestra identidad social” (Colectiva Feminista La Revuelta, 2016).
Le cuerpa menstrual sigue siendo ese cuerpo fallado que no se parece al cuerpo real masculino, por ello sigue siendo el cuerpo intervenido que debe ser “arreglado” (Erika Irusta, 2018 ). Por ello, siguen siendo violentados: se invisibilizan y se patologizan, entre otras cosas. Por ejemplo cuando duele la menstruación pareciera que es algo de una sola persona, cuando en si muchas cuerpas sufren de endometriosis, pero no se investiga ni se diagnostica como tal, por que la sociedad hetoro-normativa nos ha hecho creer que la menstruación es dolorosa. Por otro lado, también se desprecian las emociones de les cuerpas menstruales, etiquetándolas como invalidas. Siendo que las emociones que se gestan en las diferentes fases de la menstruación no son singulares, siguen un patrón. Pero esta sabiduría no es transmitida porque las emociones relacionadas al ciclo se han asociado al SPM (Síndrome Premenstrual) etiquetándolas como histeria-menstrual en frases como: “¿estás en esos días?”. Se ha usado la patologización de la menstruación para acallar nuestros deseos y nuestras voces. Como exponen la autora Ana María Fernandez (1980) es importante reconstruir discursos y nombrar las violencias. Ya que, según Frantz Fanon (1952) a los colonizados les han quitado la cultura y su lengua, y para descolonializarse deben narrar una nueva historia diferente que la narrada por los colonizadores opresores.
Por ello, nombrarnos a nuestra manera es un acto político importante: “para existir necesitamos nombrarnos y ser nombradas. Ya que, las palabras no son sólo y simplemente palabras; son también significados. Además son significado cargado de belicosidad que toma senderos variados en el laberinto patriarcal por el que transitamos.”(Ochy Curiel, 2019) Por ello, debemos seguir construyendo junto a otras actos de rebeldía como menstruar en público y así sacar la menstruación del escondite de nuestros culeros. Por ahora y en este caso, la identidad sigue siendo importante como posición política, como estrategia más que como fin en sí mismo, identificarnos como les cuerpas menstruantes es posicionarte ante la cultura androcentrista y resistir colectivamente, creando conocimiento desde la experiencia de nombrarnos y vivirnos como cuerpas menstruales.
¿NOSOTRAS QUÉ HACEMOS PARA RESISTIR?
Siguiendo a Rossana Reguillo (2000), la “primera condición de la vida cotidiana es esencialmente la comunicación, en la medida en que sus estructuras y lógicas se hacen visibles”. Por otro lado, debemos recordar que los imaginarios sociales, adquieren sentido, sobre todo, cuando la sociedad las legitima. A la vez que los discursos cotidianos que se nombran en la vida cotidiana son nutridas por las instituciones, con el objetivo de perpetuar los sentidos. Por ende, es necesario generar nuevos discursos, poner los culeros teñidas de rojo sobre la mesa, pudiendo así generar una brecha o ruptura en el discurso cotidiano sobre esta problemática social. Generando un debilitamiento del sentido legitimado sobre estas prácticas . Como bien lo explica la autora Rossana Reguillo (2000) “ lo colectivo tenderá a restituir el sentido a través de una intersubjetividad que busque nuevos postulados”.
Por ello, poquito a poco vamos gestando espacios de habla, de escucha y de reflexión, en donde se crea el conocimiento desde nuestres cuerpas. Compartimos lo cotidiano, vamos limpiando esas marcas que nos dejó la sociedad, nos vamos sacudiendo el asco y la culpa mientras pintamos con nuestra sangre menstrual. Vamos descolonizando les cuerpas mientras cosemos nuestras compresas de tela, y compartimos tips para limpiarlas. Porque la sabiduría no es algo individual, es colectiva! En este construir y reflexionar[5] colectivo, crear nuevas nominalizaciones es necesario. Por ello, traigo a colación lo que les cuerpas menstruales que participaron en el taller de “Cíclicas” escribieron al preguntarles “¿Qué es la menstruación?”[6]. Disfruten las creaciones, y observen qué diferente se escribe desde las periferias más acá de le cuerpa, dejando lejos la visión androcentrista.
“La menstruación es un momento para descansar, reconectar con el cuerpo. fluir con lo que sacamos del cuero y renovarnos en el ciclo que empezamos a transitar. Biológicamente, es la sangre que desprendemos de nuestro cuerpo. Personalmente, es un momento del mes bastante doloroso, en el que me siento que me desarmo, saco todo afuera (emocionalmente y físicamente)” Magui, 2019
“momentos de cambios, anímicos y a nivel corporal. Hinchazón, dolor, molestia. Necesidad de calma, de tener mi espacio y mis tiempos. Crisis emocionales.”
Cele, 2019
“La menstruación. Un canal. Flujo.
El encuentro con eso que circula adentro.
Es un lugar.
Es color y ahora que la miro de cerca, también quizás, el olor, el sabor.
Lo que se deja ser. Se deja ir.
La relación, con todo eso que nos pasa, y para lo que a veces no hay palabras.”
Manu, 2019
“Todos los meses (o no)
irregular o regular (depende la cuerpa)
incómodo
cómodo
leve
pesado
imprescindible
dolorosa
depende como me abrace y me escuche esos días ( y todos los días).
Muchos sentires,
no es solo sangre, es un ciclo
pero me enseñaron que era esos días que baja sangre...
quiera desaprender,
desaprender esa palabra:
“indispuesta”
¿por qué?
Quiero re aprender
aprehenderme.
Saber, sabernos
seres menstruantes.”
Almendra, 2019
[1] Fuente: https://kidshealth.org/es/teens/menstruation-esp.html
[2] Cuerpos racializados: “El racismo es una jerarquía global de superioridad e inferioridad sobre la línea de lo humano que ha sido políticamente producida y reproducida durante siglos por el “sistema imperialista/occidentalocéntrico/ capitalista/patriarcal/moderno/colonial . La racialización ocurre a través de marcar cuerpos. Algunos cuerpos son racializados como superiores y otros cuerpos son racializados como inferiores.” (Ramón Grosfoguel, 2011)
[3] COLONIALIDAD DEL SABER concepto desarrollada por Edgardo Lander (2000)
[4] ZONA DE SER Y NO SER concenpto desarrollado por Frantz Fannon (1952) y analizada en el testo de Ramón Grosfoguel (2011) en La descolonización del conocimiento: diálogo crítico entre la visión descolonial de Frantz Fanon y la sociología descolonial de Boaventura de Sousa Santos.
[5] Asumiendo un yo contradictorio y responsable que reflexiona: “¿con la sangre de quienes se crearon mis ojos?” (Haraway, 1991) Soy consciente de mis privilegios y de la racionalización privilegiada de mi cuerpo, Pero sin ánimo de hablar por las otres me gustaría nombrar a las que no pueden ni siquiera comprar toallitas o copa, a las que no quieren menstruar, a las que... No voy a hablar por ellas y elles, porque seria apropiarme de su voz que no me pertenece.
[6] Invito a les cuerpas menstruales que este leyendo esto a hacer el ejercicio de redefinir la menstruación.
BIBLIOGRAFIA
Frantz Fanon, 1952. Piel Negra, mascaras blancas
Barbara Ehrenreich y Deirdre English, 1981. Brujas, parteras y enfermeras.
Donna Haraway, 1991. Ciencia, cyborgs y mujeres.
Rossana Reguillo, 2000. La clandestina centralidad de la vida cotidiana
Edgardo Lander, 2000. La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas.
Silvia Federici, 2004. El Caliban y la Bruja
Anibal Quijano, 2007. El giro decolonial Reflexiones para una diversidad epistémica más allá del capitalismo global.
Ana Maria fernandez, 2009. Las lógicas sexuales: amor, política y violencias
Ramón Grosfoguel, 2011. La descolonización del conocimiento: diálogo crítico entre la visión descolonial de Frantz Fanon y la sociología descolonial de Boaventura de Sousa Santos.
Diana Maffia, 2016. Contra las dicotomías: feminismo y epistemología crítica. Recopilado en: Feminismos populares. Pedagogía y políticas.
Colectiva Feminista La Revuelta, 2016. Espacios escolares y relaciones de género. Recopilado en: Feminismos populares. Pedagogía y políticas.
Erika Irusta, 2018. Yo menstruo. Un Manifiesto de Erika Irusta
Adriana Guzman, 2019. Conferencia sobre Feminismo Comunitario en ADIUC
Ochy Curiel, 2019. ¿Que es la decolonialidad?Conferencia ofrecida en la universidad Nacional de Colombia
Zinteta, 2019. Habitar mi Cuerpo
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