Es muy común que se nos confunda a las sexólogas con las follólogas. Lamentablemente escuchamos comentarios de este tipo en muchas situaciones: “¡Ala! ¿Eres sexóloga? Entonces tienes que follar de puta madre”, “¿cómo se folla bien?”, “¿qué posturas son las mejores?”, “¿cómo puedo seducir a alguien?”
Y muchos más comentarios que siguen perpetuando la confusión de que el sexo es lo que se hace y no lo que se es. Osea, se sigue creyendo que el sexo es follar y follar tiene que ver con aquello que se hace con los genitales. No es casualidad que esta creencia siga viva, no hay más que mirar en redes sociales a personajes hablando en nombre de la educación sexual explicando cómo comer coños. Lamentable.
Es cierto que dentro de la educación sexual se trabaja la erótica, todo lo relacionado con los deseos, y algunos “deseos de...” pueden ver con los genitales. Pero sería muy reduccionista y mentira, hacer creer que lo erótico trata de manejar, utilizar, bien los propios genitales o los de otra persona.
La genitalización de la erótica nos ha creado muchos problemas y miedos y sobre todo, ha marcado pautas y creado deberes: “Debes tenerla dura, debes durar, debes correrte, debes abrirte, te debe gustar que te coman el coño, debes tener un orgasmo, sino, no has disfrutado”.
Y seguir encontrando a personas que tienen acceso a un público cuantioso hablando de cómo se hace una BUENA mamada, nos atormenta. Porque sabemos que no hay una única manera de hacer nada, y por tanto, tampoco para hacer una mamada, un coito, un cunilingus, penetraciones o lo que sea. Homogeneizar nuestros deseos es absurdo y muy peligroso.
EL MUNDO NECESITA EDUCACIÓN SEXUAL. ¿APOSTAMOS POR ELLA?
Peligroso porque siguen creando un modelo a seguir, obviando la diversidad de los deseos y fomentando los complejos. Hacen creer que podemos ser las putas amas comiendo coños sin tener en cuenta a la otra persona, a pensar que nuestra técnica es la hostia y que es infalible. Me puedes comer el coño de puta madre y yo estar a disgusto, ¿no?
El intrusismo en nuestro campo es abrumador y denunciable. Llamar educación sexual a enseñar qué mirada poner cuando orgasmamos es un despropósito. Ya es difícil llegar a los diferentes ámbitos de la vida como sexólogas (censuras en redes, infravaloración de lo sexual en la educación, patologizaciones constantes...) como para que algunas sigan ensuciando nuestra profesión.
Y no, no somos follólogas, somos sexólogas. Atendemos las relaciones entre seres sexuados, no como personas con un genital concreto, sino con su vivencia de serlo, con sus deseos, sus modos de expresarlos, de vincularse... Reivindicamos la diversidad, acompañamos a las personas para quitar esos DEBERES, para conocerse y entenderse, cultivamos las ideas para que no haya normas que nos digan cómo tenemos que ser, con quién tenemos que estar y qué tenemos que hacer.
Cultivamos la idea de que somos complejas, unicas e irrepetibles en el mundo, que no hay buenos ni malos deseos, intentamos entender la diversidad que nos rodea y acabar con las patologizaciones que siguen vivas dentro del hecho sexual.
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