⭐ “Lo que más nos duele es que nos digan que nos pagan por violarnos”

Han hablado de ellas como si de dos bandos se trataran, como si fuera una guerra entre malos y buenos y a la vez toda una cruzada entre salvadores y víctimas. Hablamos de prostitución con Ivy de Luna, puta, webcammer, actriz porno y asistente sexual, y Anneke Necro, Domina, actriz y directora de porno. 

¿Con qué edad empezasteis a ejercer? 

Ivy: A los 22 años comencé a ejercer como socialmente se entiende, a tener mis primeres clientes con diversidad funcional física como asistente sexual y también como puta. 

Anneke: Fue a partir de los 20 años cuando tuve mis primeros shows eróticos, actué durante varios años en fiestas, festivales y varias salas de Barcelona y a los 25 años rodé mi primera escena porno. 

¿Creéis que existe una buena conciencia social entorno a la educación sexual?

Ivy: Considero que no. “Educar sexualmente” a la población, es una labor de todes. Tendemos a desexualizar muchos cuerpos, como por ejemplo los de las personas con diversidad funcional o las personas gordas, y de igual manera pensamos que les niñes no tienen sexualidad. Y así, crecemos repitiendo patrones abusivos en nuestras relaciones sexuales y afectivas, construyendo nuestro deseo a partir de unos cánones de belleza y funcionalidades opresoras. 

¿Cómo os planteásteis empezar en el mundo del trabajo sexual? 

Ivy: Yo quería hacer el tipo de porno que me hubiese gustado ver de adolescente y también el que me gustaría ver ahora. No quiero demonizar el porno mainstream. Es tan machista, racista, capacitista, gordófobo, etc. como la literatura, la música o las películas que podemos encontrar en el cine. 

Anneke: Las ganas de experimentar con mi cuerpo y mi sexualidad hicieron que cada vez me interesara por más aspectos del trabajo sexual. Estar en el escenario me llenaba, mientras que odiaba mis trabajos paralelos, como ser dependienta o camarera. Cuando finalmente llegué al porno, quise entrar para cambiarlo o por lo menos proporcionar un punto de vista diferente del que hay, creo en el porno como una herramienta de liberación sexual, una forma de acercar el feminismo y el movimiento queer a la sociedad y sobretodo quiero luchar por los derechos laborales de les performers. 

¿Cómo fueron los primeros pasos y los primeros clientes? ¿Cómo lo viviste? 

Ivy: Empecé a escribir a productoras de porno alternativo. Intentaba informarme de sus condiciones laborales, ver a sus otres performers, buscarles en redes, etc. Al final, la etiqueta de “porno ético”, “alternativo” o “feminista” no garantiza que vaya a serlo y también se cometen abusos en esta parte de la indústria. Mis primeres clientes fueron personas con diversidad funcional. Enseguida empecé a atender también a mujeres cis y personas trans y no binaries. 

¿Recordáis los primeros rodajes?

Ivy: Empecé a trabajar de webcammer en plataformas que se quedaban un porcentaje bastante alto de nuestros ingresos. También comencé con las asistencias sexuales y el full service a personas con diversidad funcional.

Explica que es la asistencia sexual para quien te lea.

Ivy: En una asistencia sexual la persona me cuenta cómo le gustaría tocarse si su diversidad funcional le permitiese hacerlo y yo, con esta información y su consentimiento, lo hago. Lo mismo en el caso de parejas que necesitan un acompañamiento a la hora de tener relaciones sexuales. En estos casos, yo no me comparto sexualmente con elles, sinó que les acompaño en esas partes de su sexualidad en las que puedan necesitarlo. 

¿Y el full service?

Ivy: El full service, tenga la persona usuaria diversidad funcional o no, es prostitución. 

Haces mucho hincapié en la diferenciación de los dos términos, ¿por algo en especial?

Ivy: Necesito aclararlo porque me he encontrado con asociaciones que defienden que cuando me comparto sexualmente, cuando hay una implicación de todo mi cuerpo con una persona con diversidad funcional, le estoy “acompañando” también, que “no es prostitución”. Vamos a ver, estamos follando. Me parece clasista distinguirlo del trabajo que hacen el resto de compañeres putes y también capacitista. Creo que se dessexualiza e infantiliza a las personas con diversidad funcional con este tipo de discursos y me parece peligroso. 

Anneke, tú también has trabajado como Dómina, ¿verdad?

Anneke: Sí. Empecé con la fotografía erótica y ésta me llevó a hacer shows y eso al porno, el porno me llevó a las webcams y como enseguida me cansé, decidí aplicar mis conocimientos en BDSM para trabajar como Dómina. 

Ahora generas tu propio contenido.

Anneke: Siempre he ido por libre, por eso cuando llegué al porno y vi cómo trabajan las productoras preferí crear mi propio contenido y tirar adelante mis proyectos personales. Empecé a crear mis escenas representando aquellos fetiches que me atraen junto a un socio, con el que luego todo fue fatal, (añade) y así hasta ahora que ya tengo un proyecto mucho más sólido (Mantis Lab). 

¿Recuerdas tu primera experiencia como Dómina?

Anneke: Mi primer sumiso en una sesión de BDSM profesional fue un chico que en ese momento tenía muy poca experiencia. A día de hoy seguimos sesionando de vez en cuando. En esa primera sesión profesional yo estaba muy tranquila porque ya tenía bastante experiencia en el BDSM y porque en las mazmorras donde suelo ir a trabajar me hacen sentir muy segura y agusto.

¿Por qué escogisteís el trabajo sexual como profesión? 

Anneke: Hay básicamente dos razones. La primera es que dentro de que vivimos en un sistema capitalista que nos fuerza a trabajar para subsistir, el trabajo sexual me gusta mucho más que otras profesiones en las que he trabajado. La otra razón es que creo en el porno y en el deseo como una forma de hacer política. Creo que visibilizar deseos, cuerpos, géneros y sexualidades disidentes aporta cultura y valor a nuestra sociedad. La emancipación sexual sólo puede suceder creando referentes eróticos fuera de la cisheteronorma, blanca, capacitista y capitalista. 

Ivy: En mi caso, fue una decisión política. Pero hay muchas compañeras que no tienen los mismos privilegios que yo y no por ello están menos empoderadas o hay que silenciar sus experiencias. Tenemos que subsistir como podamos y eso no nos convierte en víctimas ni en objetos pasivos a los que rescatar. 

¿Lo hacéis porque queréis o porque lo necesitáis? 

Anneke: Veo muy problemática esta pregunta en un marco social y económico capitalista. ¿Quién puede permitirse trabajar exclusivamente por placer? Claro que necesito el dinero, si no me pagaran no me pondría delante de una cámara a follar con nadie, pero es que tampoco ejercería ningún otro tipo de trabajo. 

Ivy: A veces he asistido a rodajes y a citas porque lo necesitaba. Creo que, como dice Anneke, hay que enmarcar este trabajo y cualquier otro en un sistema capitalista. 

El sector abolicionista habla de “violaciones consentidas”, ¿cómo contestaríais a eso?

Ivy: Ha habido alguna ocasión en la que he grabado con un hombre cishetero con el que no me apetecía especialmente tener sexo. Pero sabía lo que iba a suceder durante el rodaje, estaba todo pactado y sobre la mesa. Soy una persona adulta y con agencia. Esto no significa que “me hayan pagado por violarme”, algo que tantas veces tenemos que escuchar o leer les trabajadores sexuales por parte del sector abolicionista. Significa que tengo necesidades económicas y las resuelvo con los medios que puedo o que considero más oportunos. También he limpiado platos, servido cubatas o doblado ropa porque quisiera y nadie me lo había cuestionado, pero parece que cuando la sexualidad entra en juego, la gente se lleva las manos a la cabeza. 

¿Puede una persona desear follar por dinero? 

Anneke: ¿Puede alguien desear cuidar a alguien por dinero? ¿Puede alguien desear vender pan por dinero? El deseo puede encarnar muchas formas. Yo me lo paso bien cuando ejerzo de Dómina y también cuando trabajo en un rodaje, pero no hay que olvidar que estoy trabajando. 

La sociedad ve en muchas ocasiones vuestro trabajo como algo peligroso. 

Anneke: En el ámbito de la sexualidad por un lado todo se sacraliza y a la vez se banaliza, es una doble moral curiosa. Me he puesto en peligro y he follado sin saber muy bien qué hacía muchas veces de borrachera en una discoteca, exponiendome a abusos y violencia, mientras que en mi trabajo siempre he consensuado las prácticas y he trabajado en ambientes controlados. Eso no quiere decir que en el porno no puedas sufrir un abuso, sino que muchas veces nos exponemos a peligros sin darnos cuenta mientras juzgamos erróneamente el trabajo sexual. 

Nosotras nos hemos encontrado en consulta a muchas personas que han dado su consentimiento para hacer algo sin que les apeteciera, ¿esto os resuena?

Ivy: Puede haber consentimiento sin que haya deseo y para mí esa es la parte esencial. Que sigo pudiendo pactar qué prácticas vamos a realizar durante la cita o el rodaje. Que el dinero no da derecho a decidir sobre mi cuerpo. Al contrario de lo que dicen las abolicionistas, nunca he sufrido un abuso sexual o violación en mi trabajo. Sí fuera de él. En espacios de ocio nocturno y también por parte de tíos que conocía. Pensar en las trabajadoras sexuales como víctimas no nos ayuda ni a nosotres ni a ti. También supongo que es más fácil imaginarse al “putero” como un ente abstracto al que se le atribuyen todas las cualidades negativas que se nos puedan ocurrir que pensar que tu hermano, padre, pareja o amigo puede consumir servicios sexuales (y, eh, ¡que no pasa nada!). 

¿Os dedicáis también a otras cosas o vivís exclusivamente de esto? 

Anneke: En ocasiones trabajo como estilista en producciones audiovisuales, pero mi trabajo principal es el trabajo sexual. Durante años he compaginado los dos mundos, el de la moda y el trabajo sexual. 

Ivy: Suelo trabajar también en el mundo de la educación no formal. Otras muchas veces acabo currando de lo que me salga. Se suele pensar que las personas que nos dedicamos al porno estamos forradas. No. Es un trabajo precario. La gente no está acostumbrada a pagar por el porno que ve. Suelen entrar en tubes que se lucran con material robado o de grandes productoras. 

¿Cómo os va con el material autoproducido?

Ivy: Vender nuestro contenido no es nada fácil. Requiere una inversión de horas no remuneradas detrás de la pantalla increíble. Editar el material, colgarlo en las distintas webs, promocionarlo, trabajar en red con otres compañeres, responder mensajes... 

¿Con qué comentarios o prejuicios os topáis más a menudo o os molestan más al decir a qué os dedicáis? 

Anneke: Lo que más me duele es que digan que nos pagan por violarnos. Es una forma terrible de invisibilizar la violencia sexual que sufren las mujeres y las personas de géneros y sexualidades disidentes. También creo que es una forma de justificar y normalizar las agresiones a trabajadores sexuales. Algo que también me molesta es que siempre nos señalen como víctimas o privilegiadas borrando así nuestras experiencias vitales individuales y nuestra capacidad de agencia.

Ivy: Muchas veces se espera que me de vergüenza decirlo. Más vergüenza me daba cuando me pedían que me pusiera una tirita en el piercing de la frente para trabajar de barista. También se me ha pedido que, en ciertos ámbitos, no lo diga para “no crear problemas”. Si se crea un conflicto, lo más probable es que el problema no lo tenga yo. 

¿Y cuál sería el problema?

Ivy: Por un lado está este discurso de “sí, la liberación sexual de la mujer”, así, en singular, olvidando que mujeres hay muchas, no todas cis, no todas blancas, no todas bípedas, no todas alosexuales..., “seamos unas zorras”. Con esto entiendo que el problema viene cuando cobramos por serlo. Y por otro lado está esa moral y ese pudor que nos lleva a la idea de que la sexualidad de las mujeres tiene que ser hacia dentro, discreta, limpia, privada, monógama... 

¿Qué aspectos del discurso abolicionista os molestan más y por qué? 

Ivy: Me molesta que se hable de abolir la prostitución sin señalar la Ley de Extranjería, sin hablar de transfobia... Y sin preguntar a les trabajadores sexuales. Dando por hecho que somos víctimas y que no tenemos nada que decir al respecto. Pregunta a les putes si quieren dejar de serlo o no. Y en el caso que quieran dejar de serlo, ofréceles salidas laborales que no les empujen a la precariedad. Ya que nos ponemos, vamos a terminar con cualquier tipo de trabajo asalariado y con todas las violencias que ello implica, ¿no? 

Anneke: Me molesta que a la vez que confunden la trata con el trabajo sexual, invisibilizan la trata y los abusos en otras industrias como la textil o la agroalimentaria y directamente nunca hablan de abolir la ley de extranjería. El mismo concepto “abolicionismo” es una apropiación de las luchas anti esclavitud que propulsaron las personas racializadas, se han apropiado de un término para blanquear su discurso prohibicionista con el que atacan a uno de los colectivos más vulnerables de la sociedad donde además está formado por muchas personas trans, migrantes y racializades. 

¿Cómo creéis que se invisibiliza más toda la problemática que sufre vuestro colectivo?

Anneke: Acusar a la lucha de les trabajadores sexuales de ser una estrategia del Lobby proxeneta o tratar de borrarnos del mapa en redes sociales, en la vía pública o directamente matándonos, es una forma muy fácil de meter la mierda debajo de la alfombra, pero la mierda va a seguir allí, seguirán existiendo la explotación laboral, seguirá existiendo una estructura cisheteropatriarcal, las personas trans seguirán sin tener garantías de una vida digna, las personas migrantes y racializades seguirán viviendo la violencia del colonialismo, los reales proxenetas seguirán con sus actividades delictivas y organizados como la patronal, etc. Lo único que va a suceder es que les trabajadores sexuales trabajarán en la más absoluta clandestinidad con todo el riesgo que eso implica. 

¿Cuál sería vuestra propuesta de mejora en cuanto a la situación actual del trabajo sexual? 

Ivy: La descriminalización. Esto no quiere decir que el Estado tenga que intervenir en nuestras vidas. Porque eso tampoco funciona. Significa que se deje de intentar prohibir algo que va a seguir existiendo. Que se deje de empujar mediante leyes putófobas a nuestres compañeres a ejercer en lugares donde estén expuestes a una mayor vulnerabilidad. Porque van a seguir ejerciendo, pero en zonas menos visibles donde pueden recibir muchísima más violencia. Que se deje de multar. A les trabajadores, pero también a les clientes. Porque en algunos países se ha decidido que ésta es la mejor “solución” contra la trata. Y la trata no ha disminuído, sino que las compañeras se han visto en situaciones en que los clientes las intentaban forzar a hacer prácticas que no ofrecían o les han regateado los precios. 

Anneke: Decriminalizar el trabajo sexual es la única vía para garantizar unas condiciones laborales adecuadas. De esta forma podríamos organizarnos en sindicatos y hacer frente a les empresaries del sector, como dueños de burdeles, directores y productores de porno, gerentes de clubs de striptease, festivales, etc. La patronal ya existe y esto se ha demostrado durante la pandemia del Covid-19, mientras que los dueños de clubs y empresaries del porno cobraban ayudas del Estado, les trabajadores sexuales nos hemos visto en la más absoluta desprotección. Hemos tenido que crear nuestras propias redes de apoyo para salir adelante de una situación extremadamente crítica. Hemos creado cursos de teletrabajo sexual para ayudar a las compañeras con menos recursos a aprender a cómo elaborar su propio contenido y venderlo online para poder subsistir, hemos creado cajas de resistencia y bancos de alimentos. Se ha demostrado que el único lobby que existe es el del rescate, el que forman todas estas asociaciones “contra la trata” que cobran subvenciones pero que no han actuado en una crisis como la actual. 

¿Qué aspecto del trabajo sexual crees que no se está valorando o teniendo en cuenta y resaltarías? 

Hay que partir de la base de que ni siquiera se nos considera como trabajadores. Bueno, es que ni siquiera como personas cuando tenemos que leer y escuchar que “somos agujeros de semen”. Puede haber una penetración durante el servicio o puede no haberla, o puede haber un servicio con alguien que no tenga pene. Pero a parte de eso, hay mucho más detrás de cada servicio sexual. No es obligatorio que ocurra, pero en muchas ocasiones, hay una labor emocional con les clientes y cuidados, desde el momento en que estás pactando tus límites y los suyos. 

¿Os molesta el uso que se le da a la palabra puta o que se comercialice con ella?

No es tanto que nos moleste que desde, por ejemplo, el mundo de la música se utilice la palabra “puta”, lo que no nos gusta es que luego no haya un posicionamiento abiertamente pro-putas. Lo que nos parece realmente problemático es que se use una vestimenta, un lenguaje, generalmente estereotipados... pero luego estes artistas no sean capaces de decir públicamente que están a favor de les trabajadores sexuales. 

¿Qué creéis que cambiaría si tuvierais el respaldo social y laboral? 

De entrada se podría luchar de forma más efectiva contra la trata de personas con fines de explotación sexual. Podríamos acceder a derechos laborales y humanos básicos, tales como convenios colectivos, derecho a cobrar paro, derecho a indemnizaciones, baja laboral, jubilación, vacaciones, crear nuestras propias cooperativas, etc. De este modo, sería más complicado que se perpetuara la explotación laboral. En ningún caso estamos diciendo que dejase de existir, porque en trabajos plenamente legales, siguen existiendo abusos a nivel laboral. Pero la situación de les trabajadores sexuales dejaría de estar en total desamparo. 

¿Qué le diríais a alguien que se quiera iniciar en este sector? 

Ahora mismo, teniendo en cuenta el panorama social y económico, no es un buen momento para iniciarse en el trabajo sexual. No es dinero rápido, ni fácil. El estigma pesa y se recibe muchísima violencia, pero no de les clientes, sino a nivel social. Que tengan una red de apoyo bonita con la que se puedan sentir acompañades y acompañar a les otres. Que un trabajo, dentro de un sistema capitalista, no empodera, da igual de lo que trabajes. Te puede dar una independencia y estabilidad económica, pero no consideramos que “empoderar” sea la palabra. Y que, en el caso del porno, una vez el material está subido a Internet, no hay ninguna plataforma que nos garantice seguridad. Que no tenemos el control sobre el material audiovisual y que estamos sobreexpuestes al estigma, a violencia sexual online, recibir fotocispollas sin consentimiento, robo de contenido, opiniones no solicitadas sobre nuestros cuerpos, tags en los tubes que nos cosifican, slut shaming, kink shaming... etc. En el caso que tengan la oportunidad de pensárselo, que analicen todos estos factores antes de decidirse.

Melanie quintana @somospeculiares

Melanie quintana

Periodista y Sexóloga. Directora y coordinadora de equipo en Somos Peculiares.
Te puedo ayudar con tus relaciones, los conflictos, sexualidades, diversidades y peculiaridades.
Coordinadora de equipo en Somos Peculiares.
Terapeuta especializada en temas de género, sexualidad y parejas.
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