¿Qué es la vulvodinia y por qué muchas veces se lleva en silencio?

Supongo que muchas de vosotras en algún momento de vuestras vidas habéis sentido malestar, dolor, picazón, escozor… de la zona vulvar: en los labios externos e internos, en lo pliegues perivaginales, el clítoris, en la abertura vaginal. Pues bien, habéis sufrido de vulvodinia. Normalmente, esta afección suele ser circunstancial y temporal, pero hay personas con vulva que la sufren de manera prolongada e incluso crónica, lo que hace que tenga repercusión a otros niveles, como el psicológico o el social, lo que dificulta mucho que puedan tener una vida normal y satisfactoria.

La vulvodinia puede darse de manera generalizada en toda la zona vulvar, sin que seamos capaces de determinar el área de molestia. Otras veces, cuando se da en una zona concreta, hablamos de vulvodinia localizada. Cuando la molestia se da justo en la entrada vaginal, se suele hablar de vestibulodinia (en ocasiones, vulvodinia y vestibulodinia se utilizan como palabras homónimas). Esta última suele darse tras tener relaciones coitales, o un examen ginecológico, es decir, al ejercer presión en la zona de la entrada vaginal.

Pero las razones por las que la vulvodinia sucede son múltiples y muy diversas. Además, existen teorías de las que hablaremos aquí que pueden esclarecer y dar solución si al final se comprueba que son fiables y veraces. Es importante reseñar, que la causa más frecuente de la vulvodinia suele ser el impacto o presión directa sobre la vulva. 

Si utilizamos demasiado a menudo pantalones ajustados y pasamos mucho tiempo sentadas, es probable que suframos de vulvodinia en algún momento. Si además practicamos spinning o ciclismo, las probabilidades aumentan, ya que el sillín que utilicemos, por muy bueno y ergonómico que sea, seguimos ejerciendo presión sobre nuestros genitales externos. 

De todas formas, esto que os explico aquí, determinaría la causa de una vulvodinia circunstancial. Pero, ¿qué ocurre con las personas que sufren de esta afección de manera crónica? ¿Les afectan las mismas cosas? ¿Podrían evitarla dejando de llevar pantalones ajustados? La respuesta es no… bueno, a lo mejor aliviaría un poco dejar de ejercer presión sobre la zona, claro, aunque no se daría una remisión total en absoluto. 

El diagnóstico para estas personas suele tardar bastante tiempo en darse, ya que, o bien ellas mismas intentan sobrellevarlo a base de paracetamoles, o bien no dicen nada y lo llevan como pueden, o bien, ya en consulta, tras descartarse una infección o una afección cutánea, se van sin un diagnóstico a sus casas en el mejor de los casos. Otras veces (y conozco un par de casos con nombres y apellidos que han pasado por mi consulta), se les atribuyen factores psicológicos y se les trata con ansiolíticos, como si el dolor fuera inventado por su histeria (de la sobremedicación de las mujeres podríamos escribir una tesis doctoral, la verdad). Esto, más que calmarlas, hace que se encierren más aún en su desesperación y su silencio.

Normalmente, la vulvodinia de larga duración, se debe a una alteración nerviosa de la zona y esta puede tener varias causas (si se pudiese realizar un mapeo de las molestias, cuanto más preciso, sería una maravilla, a fin de saber determinar qué nervios en concreto están afectados). Hay personas que, por factores genéticos, tienen mayor densidad de receptores nerviosos en el área vulvar: lo que cuando se trata de placeres es maravilloso, cuando hay una pequeña irritación, se vuelve insoportable. 

Puede suceder también que exista una lesión nerviosa (puede ser una hernia discal, una cicatriz de la episiotomía retraída o adherida…). Tras una infección, por ejemplo, por candidiasis, los receptores del dolor de la vulva pueden verse irritados y dar sintomatología de vulvodinia durante un largo periodo de tiempo. Otra causa de esta afección, puede ser un desequilibrio inmunológico en la microbiota de la vulva (esto lo explica muy bien Miriam Al Adib Mediri en su libro “Hablemos de vaginas”). La alteración de los receptores hormonales del tejido de la zona (sobre todo en época de cambios) también puede hacer que tengamos molestias o ardor en la zona genital. Los cambios de alimentación y los factores ambientales son otra de las causas claras de esta afección.

¿Y qué tratamiento tiene la vulvodinia? Está claro que, por desgracia, normalmente, la pauta suele ser farmacológica (una crema anestésica, una crema hormonal, analgésicos orales, los ya citados ansiolíticos e incluso, antidepresivos). Este tratamiento solo trata los síntomas y no llega más allá. Mi recomendación es que el tratamiento se apoye en tres ejes:

El nutricional (mejor alguien que controle de nutrigenómica), que incluya una dieta que refuerce el sistema inmunológico, que devuelva el equilibrio a la flora intestinal, la disminución de oxalatos (que pueden crear una orina demasiado irritante), el aumento de los antioxidantes, probióticos y la fibra, la disminución de los alimentos procesados y el azúcar

El fisioterapéutico: Es importante realizar una reeducación de la sensibilidad de la zona, mediante biofeedback, electroterapia, ejercicios y masaje.

El sexológico: para un perfecto acompañamiento, en el que la información y la educación, tanto individual, como de pareja van a ser claves para que tratamiento sea un éxito.

Evidentemente, evitar malos hábitos como el tabaco, el estrés y el alcohol también serán fundamentales para que este tratamiento sea eficaz. Seguir estas recomendaciones también: utilizar ropa interior de algodón, evitar los pantalones demasiado apretados, utilizar lubricantes durante las relaciones coitales (al agua y con los mínimos perfumes/aromas), no utilizar ni geles, ni toallitas, ni desodorantes en la vulva… solo agua, evitar ejercicios que ejerzan presión sobre la zona genital (ciclismo, hípica,…), evitar tampones y compresas con blanqueantes y desodorantes, si hay dolor ponte frío en la zona.

Aún queda mucho por descubrir en lo que a esta afección se refiere. Se está investigando qué incidencia tiene la producción de colágeno en el alivio del dolor y cómo se comportan sus receptores tras las infecciones de orina y por candidiasis. Mientras se va arrojando un poco de luz, mi consejo es que, si crees que tienes vulvodinia, acudas a tu ginecóloga o matrona y que, si no te convence el tratamiento farmacológico, busques la alternativa que mejor creas que se ajusta a ti. Porque esta es mi visión, pero puede haber otras mil y son igual de válidas.

Fisioterapeuta experta en sexología y suelo pélvico.
Especializado en minorías eróticas y su análisis en la cultura popular y medios.
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