El arte de poner a bailar la mente

El baile en barra siempre ha estado ligado a la sensualidad, pero desde hace unos años esta idea ha cambiado: se practica como deporte en muchos centros y, recientemente, se ha declarado oficialmente como tal

 
Fotografías de Melanie Quintana

El culto al cuerpo es algo que últimamente está muy de moda. Las redes sociales invitan a ver imágenes de siluetas perfectas, pero ¿qué pasa con el culto a la autoestima? Esa que no necesita de likes ni visualizaciones. Deportes como el Pole Dance, el baile en barra, elevan el bienestar mental, aumentando la confianza en quienes lo practican. Se trata de algo más que un deporte o un baile. Hablar de Pole Dance es hacerlo de constancia y superación. Esta es la experiencia de Alicia Blanco y Yadira Cruces, participantes en el concurso de Pole Dance del Salón Erótico de Barcelona, y de la experta en esta disciplina Elizabeth Punzano.

Elizabeth es una profesional de la danza. Ha trabajado como coreógrafa y gogó, lleva siete años practicando el baile en barra y, además de su estudio Victoria Pole Dance ubicado en Bilbao, imparte clases en Kenko, un centro de bienestar situado en Eibar. "He estado bailando casi toda la vida y me aventuré a irme a la Escuela de Acrobacia en Madrid. Empecé poquito a poco y me di cuenta de que en Euskadi no había nada relacionado con el Pole Dance", rememora Elizabeth en su estudio. Fue en ese momento cuando decidió abrir su negocio para enseñar el arte de bailar en la barra.

“Si quieres bailar para tu pareja hazlo, pero practícalo por ti misma"

Reconoce que practicarlo le ha cambiado la vida en el plano físico y emocional. "Es algo con lo que consigues desconectar de verdad. Tienes que estar tan atenta de cómo van el pie y la mano, de cómo tienes que llevar la respiración para no caerte, que te exige total atención. Sales nueva". Pero no es algo que solo haya percibido ella; se trata de una evolución que también ha visto en las personas que asisten a sus clases. "Vienen más contentas, pero cuando salen lo hacen con euforia. Hay muchas que no han hecho deporte y al saber que pueden hacer algo tan difícil cogen fuerza", comparte con alegría.

 Pole Dance: más allá del gimnasio

La salud y el Pole Dance van de la mano para Elizabeth. Desde que empezó a practicar este deporte, la escoliosis lumbar de la que se aquejaba dejó de causarle dolor. Al coger tono muscular las molestias desaparecieron. "Es un alivio muy grande", reconoce la profesora. Por eso Kenko rompe con la idea de que el baile en barra solo se puede encontrar en gimnasios. "El centro es un espacio de bienestar y cuadra perfectamente con lo que estamos haciendo porque para mí es salud física y mental", cuenta orgullosa.

"Es una pasada lo rápido que se aprende durante la infancia. Cómo atienden, la destreza y habilidad que tienen... Lo entienden como un deporte con baile y acrobacias. Como en el circo"

La edad no supone ningún problema, ha tenido gente en sus clases que rondaban los sesenta años y es ahora cuando está empezando a trabajar en Kenko con un público de edades más tempranas: entre seis y ocho años. "Es una pasada lo rápido que aprenden, cómo atienden, la destreza y habilidad que tienen... Lo entienden como un deporte con baile y acrobacias. Como en el circo", relata Elizabeth.

La filosofía con la que trabaja se basa en "intentar que se centren en ellas". Punzano destaca que el lado erótico tiene que existir. “Si quieres bailar para tu pareja hazlo, pero practícalo por ti misma".

¿Deporte Olímpico?

Aunque hay versiones enfrentadas, se cree que el Pole Dance se originó hace 250 años en India cuando se utilizaba un pilar para practicar gimnasia llamado mallakhamba. Este servía para poner en práctica el yoga y así trabajar la fuerza muscular. En los años 80 se dio a conocer en su vertiente más famosa, como baile erótico que finaliza con el striptease. Hoy en día ha cambiado hasta convertirse en una disciplina deportiva con aspiraciones a convertirse en deporte olímpico.

Sobre esta cuestión opinan Yadira y Alicia tras su actuación de Pole Dance en el Salón Erótico de Barcelona. "Me parece genial que lo lleven a las Olimpiadas, ya que es un baile pero a la vez es un deporte que requiere resistencia, fuerza y flexibilidad", cuenta Yadira. Alicia es de la misma opinión, cree que "tendría un enfoque más deportivo y llegaría a más gente".

"Desde que lo practico valoro todo mi cuerpo y no cambiaría nada de él. Para mí es perfecto. Esto es algo que he ganado gracias al Pole Dance"

Las dos son alumnas de la Escuela Feeling Woman de Barcelona. Ahí es donde se conocieron y surgió su amistad. Ambas comparten la idea de que, aunque les parece bien que se enfoque el baile en barra en lo deportivo, no se olvide la parte más artística: la danza. "Para que se aceptase socialmente se está formando como deporte por lo que se pierde la parte del baile, la esencia, y no tiene porqué ser así. Lo erótico es un arte, es complicado tener esa dinámica a la hora de bailar", reflexiona Yadira. Alicia reconoce que las acrobacias en la barra le gustan, pero ante todo "que no se pierda el baile".

No hay cuerpos imperfectos, solo perspectivas distorsionadas

Se tonifican piernas, brazos, glúteos, etc., pero el verdadero cambio reside en cómo se sienten quienes lo practican porque, en el momento que empiezan en esta disciplina deportiva, la relación que tenían con sus cuerpos se transforma. "Desde que lo practico valoro todo mi cuerpo y no cambiaría nada de él. Para mí es perfecto. Esto es algo que he ganado gracias al Pole Dance", agradece Yadira.

Todo esto se refleja en todos los ámbitos de la vida, entre ellos el erótico. "Te aporta fuerza, resistencia y más confianza. Conoces mejor tu cuerpo y eso te ayuda a desinhibirte. Facilita el control del cuerpo porque la mente se concentra en él y en estar presente, algo necesario en el sexo", analiza Alicia. Yadira considera que le ha ayudado a tener más autoestima y a sentir una mayor seguridad en sí misma.

"Me ha ayudado a tener fuerza interior, seguridad. Te ves más sensual, es algo de lo que te vuelves consciente. También te das cuenta de que para sentir eso no necesitas a nadie y eso es algo muy importante"

Ambas llevan siete años practicando este deporte, pero cada una tiene su manera de prepararse los espectáculos. Alicia se deja llevar e improvisa los shows: "Yo lo voy viendo. De hecho, la música no la he elegido hasta el último momento". En cambio, Yadira prefiere tenerlo todo más atado; afirma que tanto el vestuario como la canción eran cosas que tenía preparadas.

Subirse encima de un escenario no es algo fácil, pero puede resultar terapéutico en ciertos aspectos. "Yo soy muy tímida y enfrentarte a la gente es una manera de superarlo", confiesa Alicia. Su compañera, en cambio, reconoce que no es lo mismo hacer un espectáculo de Pole Dance o subirte a un escenario para hacer otro tipo de bailes: "No me suelo poner nerviosa, pero en el Pole Dance sí, porque si sale mal y te caes... Al final es un deporte con riesgo", analiza Yadira.

"Te aporta fuerza, resistencia y más confianza. Conoces mejor tu cuerpo y eso te ayuda a desinhibirte. Facilita el control del cuerpo porque la mente se concentra en él y en estar presente, algo necesario en el sexo"

Cada vez los hombres que practican este deporte son más. En este aspecto Yadira cuenta las conclusiones a las que ha llegado tras su experiencia: "Ellos aprenden más rápido los ejercicios de fuerza, pero eso no implica que luego un hombre pueda tener más flexibilidad que una mujer o que una mujer tenga más fuerza que un hombre. Cada persona es un mundo".

Lo que ha empezado siendo un deporte que practicaban por gusto quizá en un futuro se puede convertir en parte de su vida profesional, así es como lo ven estas dos alumnas. Yadira dice que "su nivel no es muy bueno", pero no descarta dedicarse a esto; al igual que Alicia, la cual afirma que no le importaría "bailarlo de manera profesional". Tres historias que demuestran los beneficios de un deporte que no solo mejora la forma física, sino que también sirve para ejercitar la autoestima y el amor propio.

Sara Enjuto @somospeculiares

SARA ENJUTO

Entusiasta de la diversidad y de la gente que la abraza.
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