“Para dominar tienes que tener el alma caliente y la mente fría”

Dómina profesional, Mistress Minerva lleva más de una década teniendo esclavos y sumisos a sus pies. Entre risas y alguna que otra confesión, nos habla de su experiencia como ama y de su manera de entender el mundo bedesemero

Cuero y tacones. Estas son las dos prendas que han acompañado a Mistress Minerva, una mujer a la que cuesta dominar. Tras ejercer como dómina profesional durante 12 años, en la actualidad se encuentra enfrascada en su nuevo proyecto: www.bestbdsmspain.com, una web en la que comparten videos BDSM de calidad en castellano. Entre risas y alguna que otra confesión, Mistress Minerva nos habla de su experiencia como ama y de su manera de entender el mundo bedesemero.

Empecemos con la pregunta más importante: ¿Vas a dominar a nuestros lectores a través de esta entrevista?

Depende de cómo fluya (se ríe).

Si tuvieras que destacar algún momento en particular que marcara un antes y un después en tu vida erótica, ¿cuál sería?

Ha habido un montón. Ahora me viene a la cabeza, por ejemplo, la vez que tuve un orgasmo totalmente vestida, sin ninguna clase de estimulación física, mediante la hipnosis. La hipnosis es una herramienta terapéutica que se usa para muchos menesteres, desde dejar de fumar hasta aumentar la concentración. Con ella se trabaja el subconsciente y a través de órdenes se pueden conseguir todo tipo de cosas. En mi caso, un orgasmos sin estimulación física. Y ahí pude constatar que el principal órgano sexual es sin duda el cerebro.

¿Qué fue lo que te atrajo del BDSM en un principio? ¿Alguna de sus siglas o todas a la vez?

Me llama la atención el ritual, el protocolo, la seriedad con la que te lo tomas. Ese respeto llevado al máximo. No por falta de risas, sino porque como cualquier juego, el BDSM no tiene sentido sin normas. Precisamente fue eso lo que me atrajo en su día: las normas del juego, porque más que una forma de vida, para mí es un juego.

Si no me equivoco optaste por el rol de domina ¿Por qué este rol y no otro?

Porque ese es el que mejor me define. En el SM antiguo había tres roles: dominante, sumiso y switch –que le gusta ejercer ambos roles–. Con la entrada de la B de Bondage y la D de Dominación el número de etiquetas se ha ido ampliando junto con las siglas. Además, también englobaría dentro del BDSM a las personas fetichistas que no tienen por qué ser ni dominantes ni sumisos, dado que sus juegos van por otra parte, como el fetichismo por el látex, por los pies, etc. En general, hoy se contemplan más sexualidades concretas. Aunque a mí tampoco me gusta etiquetarme muchísimo. Cuanto más mayor te haces más te das cuenta de que para alguien como yo existe la pluralidad en general. Eso significa que en un momento dado puedes cambiar de rol o disfrutar de algo que no es habitual en ti, pero que tu mente es tan abierta que puede abarcarlo.

Entiendo entonces que a veces cambias de rol.

Sí, claro. Para mí es lo inteligente. Porque si haces siempre lo mismo es como comer cada día lentejas. Al final te vas a aburrir.

¿Cómo te sentiste la primera vez que estuviste dominando a alguien?

En sesión privada, como profesional, recuerdo al detalle la primera sesión porque estaba un poco nerviosa. Me acuerdo del nombre, me acuerdo de la cara de esa primera persona. Para mí era una gran responsabilidad y tenía las ganas pero no los conocimientos. Por suerte, siempre he sido muy prudente, por lo que no tengo nada grave que lamentar. De hecho, este fetichista de pies estuvo viniendo durante muchos años.

 

¿Cómo te adentraste en este mundillo?

Empecé haciendo espectáculos, en festivales eróticos y fiestas. Ahí ya conocí gente profesional que me enseñó cosas muy concretas. Con esos conocimientos pasé a las sesiones privadas, en las que he estado 12 años. Pero siempre he buscado aprender más y más. Shibari, Medical, etc. Al principio me parecían cosas inalcanzables, para las que  tenías que tener mucha experiencia y conocimientos.

¿Prefieres trabajar con chicos o con chicas?

Más que trabajar, soy de jugar y de compartir, y para esto me sirve cualquiera que realmente quiera jugar y compartir. Con cualquiera que tenga ganas, en definitiva. Pero hace más de un año que deje el tema profesional porque veía que la gente no entiende el BDSM.

¿Qué no entiende?

Ni el ritual, ni el protocolo ni la seriedad. Internet está genial para muchísimas cosas, pero por otro lado ha fribolizado temas como el BDSM. Ahora la gente lo ve tan accesible que se llevan una imagen que no es. Hay quien piensa prácticamente que la dómina es casi como una puta y no es así. Por ejemplo, había quienes querían que ejerciera de dómina, pero por teléfono me tuteaban. Eso no puede ser así, porque el protocolo y las reglas de juego indican que para ti yo soy Mistress Minerva, nada de Minerva a secas. Si no entiendes esto no mereces presentarte ante mí.

Porque el BDSM es un juego de roles…

Así es. No tengo que ponerme unos tacones para alguien que no lo merece. Hay quien podría decir: “Tienes que tener paciencia y enseñar a la gente”. Pero no tengo ni la paciencia ni las ganas de enseñar a nadie. No soy la profesora, soy la dómina.

¿Cuáles son las prácticas que te suelen pedir habitualmente?

En lo ranking de lo más demandado, dentro de lo que yo conozco, está el fetichismo de pies. Hay muchísima gente. Muchos no se sienten ni masocas ni sumisos, pero sí fetichistas. Algunos de los pies de la mujer y otros de las piernas. Desde bien aseados a pintados y sin lavar durante varios días. Desde los zapatos a las botas. No hay dos fetichistas de pies iguales. Y luego aparte estaría la lluvia dorada, la sodomía y la humillación.

Por curiosidad, ¿tienes sumisos o tienes esclavos?

Ahora mismo tengo un sumiso y un esclavo. Me he quedado uno de cada y los veo de vez en cuando.

¿Qué es lo más fuerte que has hecho a alguien?

En cuanto a dolor físico extremo, puntos de sutura en el pene para cerrar lo que es el capuchón de arriba. Eso sería lo más fuerte, que estaría dentro del medical sado. Pero también es bastante fuerte un trampling, que básicamente es ponerse encima pisando totalmente los genitales; en mi caso, con mis 1,76 cm y 62 kilos. Eso sí, estas dos cosas se hicieron en momentos distintos… También he cosido una boca y, automáticamente después, he hecho un spanking, es decir, he dado unos azotes. En este caso con espinas de rosas en la espalda. Algo normal (se ríe). Si no pregúntale a los cristianos qué hacía la Santa Inquisición sin consenso. Y luego nos llaman a nosotros enfermos.

¿Cuáles son las claves para ser una buena dómina?

Sobre todo, hay que tener muchísimo respeto. Aunque parezca lo contrario, es la persona pasiva o sumisa quien lleva la batuta y no hay que olvidar que, aunque dentro del juego de roles el respeto lo tengan que tener ellos, en el fondo todos somos personas. Incluso si me has pedido que te trate como un gusano o yo crea que en un momento determinado te lo mereces porque “te has portado mal”, detrás de cada castigo tiene que haber un respeto. Porque antes que gusano eres persona. Eso hay que tenerlo muy claro.

¿Qué más?

Humildad. Quitándonos las máscaras, somos todos iguales. Y se necesita humildad para crecer, ya que no lo sabemos todo. Ejercer de dómina es una gran responsabilidad y hay que valorarlo. Y por último, confianza. Pero eso como en cualquier otra relación.

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¿Consideras que para dominar a alguien primero hay que dominarse a uno mismo?

Por supuesto. Nunca puedes perder la cabeza del todo. Tienes que tener el alma caliente, sí, pero también la mente fría, para saber llevar la situación y que no pase factura. Dominar tiene mucho de autocontrol. Es vital.

Hay quien dice que el BDSM es sinónimo de un sexo diferente, de sexo inteligente. ¿Estás de acuerdo?

Totalmente. Para mí el BDSM sería como una especie de sexo tántrico, que enseña que no todo es penetración, coito y orgasmo líquido, junto fantasía pura y dura y morbo, mucho morbo. Se puede aprender a disfrutar de otras maneras y sobre todo del mayor órgano sexual: cerebro. Por eso pienso que es inteligente, porque es menos habitual y quizás también menos natural. Lo natural, al fin y al cabo, serían dos personas desnudas manteniendo sexo convencional, sexo vainilla, para poder procrear. El BDSM, en cambio, es salirse del aquí te pillo y aquí te mato y darle vueltas al asunto. Por eso creo que realmente se consigue muchísimo más placer. En definitiva, el BDSM sería la versión hardcore del trantra (se rie).

¿Consideras que la mayoría de las personas siempre descubren algún deseo potencialmente bedesemero pero que, por desconocimiento, no lo consideran así?

Totalmente. ¿Qué persona que practique el sexo vainilla no ha atado, escupido o dado un cachete en el culo alguna vez? Unos más y otros menos, todos hemos practicado algo cercano al BDSM le pongamos o no esa etiqueta. Y quien no lo ha hecho fantasea con ello, porque reprimidos son los que más fantasean. Y eso es peligroso, porque la represión es lo que lleva a que el día que lo hagas realidad sea a lo bestia en vez de con conocimiento.

¿Recomendaciones para iniciarse en el BDSM en general y en la dominación en particular?

Las cosas han cambiado. Hoy en día existen muchísimos clubs y en Internet te salen listas en la mayoría de las ciudades. Con lo cual, es fácil acceder a cualquier sitio donde conocerse uno mismo, conocer gente y que te abran las puertas para que puedas aprender, compartir y jugar. Aun así, mi recomendación es que antes de jugar con alguien pidáis referencias de esa persona para no tener un susto. Al igual que en cualquier otro ambiente, hay de todo. Así que preguntad antes de ofreceros a alguien por completo. Y después a disfrutar, ¡que la vida son dos días! Porque el BDSM no es malo, es para valientes.

Periodista de profesión, sexólogo de vocación e investigador en formación.
Especializado en TRICs, sexualidad y diversidad sexual.
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