Muchas veces hemos insistido en la importancia del amor propio, del espacio propio y de los autocuidados. Poner de moda el masturdating implica llevar todo esto un nivel más allá. Las relaciones hay que cultivarlas y cuando no se invierte tiempo y cariño en ellas existen más riesgos de que éstas se deterioren. Esto mismo es aplicable a la relación con uno mismo. Vivimos en una época en la que muchas personas nos quejamos de que nos faltan horas en el día para atender a todos los compromisos laborales, sociales y familiares. En este contexto, es muy sencillo que los autocuidados o el tiempo que invirtamos en nosotros mismos queden relegados a un segundo plano.
En el mismo sentido, cuidar una relación no es una cuestión solo de tiempo, sino de tiempo de calidad, tiempo bien aprovechado. Así que lo siento mucho, pero las duchas largas pensando en cómo cambiar el mundo no cuentan como masturdating per se.
Masturdating consiste en planificar y llevar a cabo una cita divertida, entretenida o bonita, exactamente igual que lo haríamos con una pareja o un grupo de amigos, pero con la idea de disfrutarlo en solitario. Claro que los planes no tienen por qué ser exactamente los mismos que cuando los organizamos con otra persona, pero lo ideal es que pongamos el mismo cariño en pensar qué actividad nos apetece hacer, en elegir la ropa que vamos a llevar y en reservar la fecha y considerar que la tenemos comprometida a todos los efectos. Y por supuesto, llegado el día de la importante cita, dejarnos llevar y disfrutarla sin estar pendientes de la pantalla del móvil.
¿Y por qué es importante y creo firmemente que todos deberíamos hacerlo de vez en cuando? Porque, ¿cómo vamos a mantener una relación positiva con alguien con quien nos relacionamos? ¿Cómo vamos a relacionarnos con nosotros mismos, a querernos, a aceptarnos, si todo nuestro tiempo libre lo invertimos en los demás? La habilidad de pasar tiempo a solas haciendo algo activamente (algo más elaborado que manta y Netflix, sin despreciar también este tipo de planes) es una oportunidad maravillosa que seguramente traería muchos beneficios a nuestra autoestima y nuestro bienestar.
Como todas las “prácticas” quizá deba ser entrenada y nos cueste más que nos salga al principio de forma natural y satisfactoria. Es comprensible. Hay una serie de planes (restaurantes, cine, etc.) que se perciben como exclusivos de la pareja o los amigos. Muchas personas no se sentirían cómodas yendo a cenar sin compañía o sabiéndose observadas en situaciones que suelan realizarse en grupo. El miedo a los juicios de los demás (e incluso a los propios juicios) también se supera si nos enfrentamos a él.
Además, las opciones para practicar masturdating son casi infinitas, tantas como se nos puedan ocurrir (ir a un museo, a un concierto, a un spa, al teatro, al campo…) y ofrecen la ventaja de que no es necesario consensuarlo con otra persona y negociar para alcanzar un acuerdo entre sus gustos y los propios.
Ahora que se acerca “San Valentín”, parece la mejor de las ocasiones para iniciarse en el masturdating. Ahora que ya vamos interiorizando (poco a poco) que tener pareja no es necesariamente mejor que estar soltero, que el amor propio es esencial para todas las personas, enamoradas o no, y que se critica la hipocresía de demostrar amor un día del año “porque toca” y no porque apetece, ¿por qué no darle la vuelta a la celebración y empezar a pasar mas tiempo con la única persona que, de seguro, va a acompañarnos toda la vida? Nosotros mismos.
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