Menstruación y masturbación: una cita mensual contigo misma

Para muchas la menstruación se convierte en un suplicio por el analfabetismo menstrual, la normalización del dolor femenino y la frecuencia del dolor de regla. Una triada letal (es una metáfora) que nos provoca mucho dolor y poco placer.

Sin embargo, hoy no vamos a hablaros de dismenorrea, porque ya sabemos todas que el dolor de regla es hormonal y que no deberíamos sentirlo si estamos sanas como manzanas ¿entonces? ¿Qué es eso de una cita contigo misma? Pues a masturbarnos, a jugar con las posibilidades ampliadas del placer en la menstruación.

Ahora es cuando pensáis: con la regla no tengo la vulva para linternas rojas. ¡El rojo! ¡Ese color que, además, mancha tanto y combina fatal con mi decoración de sábanas minimalistas que superen la anti erótica ropa de cama de casa de mis padres! Y mucho menos con sábanas de raso, o con mi lencería sexy, o en general combina fatal con mi color de piel. Gotas, flujo, manchas.

Porque, ¿te sientes manchada cuando te baja la regla? El 99% de las mujeres y personas que menstrúan contestarían que sí: recordemos que la copa menstrual es minoritaria. Pero el sexo apetece, ¡vaya que si apetece! Lo que pasa es que es todavía más tabú que la regla en sí. Lamer una vulva de fresa, limpiar lo que no está sucio con la saliva, aún nos cuesta pedir un cunnilingus menstrual.

Y ¿qué hay de las relaciones con una misma?  Pues es que hay al menos dos tipos de mujeres para la cuestión del sangrado. Son dos clases con sus ambivalencias e intersecciones. Depende de cómo te haya ido la feria este ciclo: lo que siembres en preovulatoria lo recogerás en menstrual. Puede que te duela o, por el contrario, será una menstruación normal, es decir, de las que sangras, pero ni te enteras, ni te desangras.

Así que vamos a ver cómo se puede producir tu cita contigo misma, qué necesitas dependiendo del tipo de menstruadora que estés siendo últimamente.

Opción a) No te acerques a menos de la distancia de confinamiento

Pues en este caso, y siempre: haz caso a tu cuerpo. Tu cuerpa eres tú y, si no te apetece, no te apetece. Puede que tus niveles de deseo desciendan al abismo de Helms junto con el estrógeno circulante los 2 días antes y después del sangrado. No pasa nada: te estás escuchando y sincronizando tu mente productivista con tu ciclo. No fuerces la máquina. Si te sientes fatigada, no tendrás energía disponible para hacerte el amor (ni hacérselo a otro/a, por otra parte). Y está bien tal cual.

Escúchate, mímate: no todo el sexo pasa por los genitales. Probablemente te apetezca acariciarte, abrazarte, mimar tus oídos con música, tu paladar con manjares y tu vista con cosas agradables (tu chico o chica puede ser una de ellas). Todo está bien, es cómo te sientes y, lo suyo, es respetarlo. Si te fuerzas a usar un vibrador porque te han dicho que el orgasmo es bueno para aliviar el dolor, no estarás disfrutando. Sin disfrute será un orgasmo fastfood, mecánico, que puede que te deje melancólica. Una cita que saldrá mal, vaya.

Opción b) Estoy más salida que el pomo de la puerta

Antes y, sobre todo, durante la menstruación, proporcionarte orgasmos à go go (sin restricciones: no hay sobredosis) descongestiona la hinchazón pélvica y facilita la expulsión del endometrio gracias a las contracciones uterinas. El útero está involucrado en el placer: sí, es uno de los sospechosos habituales de los “orgasmos expandidos” (cérvico-uterinos) y la “endorfinación” de tu cuerpo tras el clímax.

¡Qué majo es el útero! ¿Verdad que te sorprende saber que es feliz porque tú eres feliz? Y ¿Por qué es esto? Pues básicamente porque percibir deseo es cultural y una interpretación de señales fisiológicas y ambientales (ese/a chico/a que pasa por delante de ti y te activa). Por razones no muy claras (probablemente culturales, aprendidas, incluso transmitidas de hermana a hermana o de madre a hija) el patrón deseante antes o durante la menstruación suele permanecer a lo largo de la vida (en ausencia de patologías, claro está). Si tú estás abierta al placer antes y durante tu menstruación y alineada con tu ciclo, descubrirás que la intensidad psicoemocional de los días previos te pide un alivio.

La progesterona ha ido subiendo a la estratosfera y nos vamos quedando sin estrógenos en la fase premenstrual y ahí pueden venir curvas si no expresamos las emociones con el cuerpo. Si la menstruación es un proceso inflamatorio ¿por qué no jugar con nosotras mismas para deshincharnos? La descarga hormonal nos dejará una sensación de calma y regulará emocionalmente nuestras emociones menstruales más turbias (depresión e irritabilidad).

Esos grandes orgasmos, amplios, intensos, aunque sean desde una estimulación clitoriana externa (solo tocándote el glande y la vulva), se deben a la mayor vasocongestión durante la regla. La afluencia de sangre por dentro de los capilares vulvovaginales, más la lubricación con la sangre que cae del cérvix, hacen un combo estupendo para las que sí nos dejamos llevar por el animal que somos.

Vale, pero ¿cómo? Si quieres estar en la cama, descartadas las sábanas de raso (solo porque no se pueden lavar a altas temperaturas), nos queda la socorrida opción de la toalla, incluso se venden unas toallas específicas muy suaves. Para la cita contigo misma no necesitas quitarte la copa o el tampón salvo que te estimules vaginalmente. Puedes usar juguetes (vibrador o dildo) por dentro o por fuera (vulva) y, siendo tú la única que los uses, en realidad podrías usarlos sin más precaución que el lavado con agua, jabón, líquido limpia-juguetes y aclarado-secado previo.

Sin embargo, en los materiales porosos lo suyo es que emplees un preservativo externo: le pones el condón a las bolas chinas, al dildo o al vibrador. O puedes optar por un preservativo interno, el que te metes en la vagina y asoma por la vulva (condón “femenino”). Así los juguetes no tocarán tu mucosa vaginal y no se “teñirán” de sangre.

Por supuesto, siempre que uses preservativos del tipo que sean, usa lubricante: aunque el flujo menstrual te lubrica, principalmente por el flujo cervical y el trasudado vaginal y la lubricación de las glándulas de la entrada de la vagina, la sangre lo hace menos. Puede que veas coágulos adheridos al condón. Recuerda que tu sangre menstrual es completamente segura para paladear si tienes ese fetiche [ojo que no sea otra persona, sí hay transmisión de ITS por flujo menstrual y más vulnerabilidad de contagiarse] y que no huele mal. También recuerda que el componente sanguinolento del flujo menstrual hace que se seque muy rápido, o sea, que la regla no es tan lubricante como pensamos todas.

¿Te tienes que lavar antes? No necesariamente: tu flujo menstrual no cae todo el rato, como bien saben las que practican el “sangrado libre”, no usar nada de nada para recoger la sangre, si acaso, unas bragas. Como en todo, depende de tus apetencias. Has de lavarte una vez al día la vulva solo con agua, pero si usas productos para recoger la sangre, nada más. Si no los usas, probablemente querrás lavarte la vulva varias veces al día. Esto hará que retires flujo menstrual y, de paso, trasudado de la entrada de la vagina, con lo que retirarás la lubricación natural. Por eso recuerda: el lubricante es el mejor amigo de una persona con vagina siempre, con regla y sin regla.

¿Qué beneficios tiene masturbarse con la regla? Esto se aplica igual si te masturba otra persona que si te haces el amor tú sola a ti misma. Descongestiona la pelvis. Te pone de buen humor. Te calma gracias a las sustancias que segregas durante y después del orgasmo. Te hace conectar con tu cuerpo en su ciclicidad. Te permite sumergirte en el mundo psicológico menstrual de otra manera. En la fase de la “hechicera” que proponemos desde las terapias menstruales y de reconciliación con “el femenino”, la creatividad y la introspección están a tope así que probablemente desees con más anhelo una experiencia intensa y, a la vez, puede que anheles la soledad. El sexo contigo misma te ofrece la posibilidad de estar introvertida y estar sexual. De disfrutar y no pelear. Ni contigo ni con otro/a.

Si te masturbas sin penetración habitualmente, puede que notes más ganas de introducir dedos o dildos en la vagina: es por la vasocongestión de la que hablábamos que se produce al menstruar (sobre todo los 2 primeros días) además de la provocada por la excitación sexual. Puede que notes más “hinchada” la vagina o la vulva. Puede que percibas más sensibilidad al acariciarte, sensaciones distintas con la misma estimulación que en otros momentos del ciclo. Son cambios sutiles pero reales en los tejidos de la vagina, la vulva y el periné.

Y, por último, un consejo: Si te palpita, grita. Supongo que ya sabrás que los bulbos del clítoris se hinchan al excitarte y el glande sobresale de la vulva. No hay nada de malo en expresar el placer y más cuando estás premenstrual o menstrual: acariciarte apaciguará a la fiera que vive en ti esos días, y las fieras gruñen, gimen y suspiran. Una vez al mes tienes una cita contigo misma ¡No te olvides!

Irene Aterido @meduelelaregla

Sexóloga y Terapeuta de pareja.
Licenciada en Sociología (especializada en salud y género). Máster en Terapia sexual y de pareja, enfermedad crónica y en estudios de género. Acompaño a hombres y mujeres en las dificultades de su vida íntima. Propongo un plan de desarrollo psicosexual con técnicas expresivas, reflexivas y herramientas eróticas. Soy una counsellor LGTB -friendly especialista en vivencia de ITS.
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