¡Métete en el baño!

La noche al final se había animado. A primera hora apenas había nadie en la sala con lo cual no sabía cómo me lo iba a montar para entregar la cantidad de fotos que me habían pedido, pero a eso de las 3:00h se empezó a llenar y estuve más de una hora disparando sin parar.

Me sentí satisfecha del trabajo realizado y pese a las 3 cervezas que me había tomado y los chupitos que me había invitado Pablo en la barra, no me sentía ebria; y recorría el espacio sonriente como si de mi casa se tratase. Me quedé observando como desde la distancia las caras que por allí se paseaban, bailaban e intentaban acercamientos indistintamente. 

Me llamó la atención una chica que me había abordado un par de veces pidiéndome encarecidamente que me sacara una foto con ella. Tal vez creyera que era original por ello pero la verdad era que no. 

Era una chica de mediana estatura, aproximadamente 1,70cm de alto, pelo oscuro ondulado y cortado a la altura del hombro. Tenía los ojos claros, no sabría decir a ciencia cierta el color pero sí que tenía una mirada bastante magnética. Achinaba los ojos al hablar como si intentara centrar toda su atención en el interlocutor del momento y sonreía con los labios en una mueca que pretendía ser sincera pero que no ocultaba que su atención estaba seguramente en otra parte. De repente me miró como si su hubiera percatado de que la estaba escudriñando y desvié la mirada. 

Como salida de la nada apareció a mi lado Miriam con un cubata en cada mano y dando traspiés; me ofreció el más lleno y como ya no iba a tener que trabajar más aquella noche lo cogí con gusto y empecé a beber y a moverme al ritmo de la música. Aún llevaba la cámara colgada al cuello así que más de uno se acercó a mí balbuceando, pidiéndome que les enviara las fotos al día siguiente. No sé cómo la gente podía tener ocurrencias tan absurdas y lo peor de todo, no se trataba de casos aislados. Me ponía de mala leche tener que aguantar esas cosas cada noche pero se trataba de algo temporal me decía a mí misma.

Cuando me quise dar cuenta, ya había acabado con el cubata y lo que quedaba en mi mano era un simple vaso vacío que ya no tenía ninguna función allí. Me disculpé con Miriam y me dirigí a los baños. Me resultaba muy curioso que fueran mixtos ya que no era algo muy habitual en discotecas o al menos en las que yo solía trabajar pero allí parecía ser lo más normal del mundo así que mientras esperábamos a que se quedara alguno de ellos vacío, conversaban animadamente e incluso algunos aprovechaban para flirtear. 

Yo estaba parada delante de una de las puertas con aire distraído escuchando todo a mí alrededor pero sin formar parte de ello cosa que me encantaba; cuando la puerta se abrió y apareció ante mí la chica de antes. La cara de ambas fue de sorpresa pero ella reaccionó mucho más rápido que yo y sin pensárselo mucho me cogió de la mano y me metió en el pequeño cubículo cerrando la puerta de golpe tras de nosotras. 

Vi la escena a cámara lenta y no sé si por el alcohol que había ingerido o por lo surrealista de la situación. Una vez dentro del pequeño cubículo cerró la puerta tras de mí  y me clavó contra ella. Sin pensárselo dos veces y aprovechando mi desconcierto me besó salvajemente mientras con sus manos recorría mi ropa intentando acceder a mi piel y a mis bragas. 

Y a lo que había debajo de ellas. La excitación me subió a la cabeza y bajó directa a mi coño empapándolo de golpe, y al notar que sus dedos tocaban la piel de mi pubis no pude reprimir un gemido que salió ahogado entre mis labios. Creo que fue el detonador de su lujuria ya que bajó directamente la cabeza entre mis piernas y de un tirón puso mis pantalones y mi tanga a la altura de los tobillos. 

Su lengua empezó a retorcerse sobre mi clítoris frenéticamente y sus labios acariciaban los míos como queriendo absorberlos. Con la otra mano empezó a tocarme el culo y tras separarme las nalgas, jugaba haciendo círculos con dos dedos a la vez en mi ano y mi coño. Yo abría cada vez más mis piernas para dejarle espacio mientras le agarraba del pelo presionándola contra mí. 

Con un dedo en mi coño y otro en mi ano, con un movimiento frenético pero bien estudiado y con su lengua jugando al compás, perdí la noción del tiempo y del espacio y le di rienda suelta al disfrute, al placer que me estaba dando aquella desconocida. Me lamía con avidez y yo empecé a gemir notando como se avecinaba un orgasmo que subía a toda prisa por mi garganta. 

Me corrí espectacularmente inundando su boca y pude ver como el líquido le bajaba por las mejillas y por el cuello, pero eso no le impidió continuar devorándome. Me giró con un movimiento que me pareció demasiado ágil para su pequeño cuerpo y me indicó que apoyara mis manos sobre la tapa del wc reclinándome hacia delante y con las piernas bien abiertas. 

De nuevo se arrodilló en el suelo y esta vez desde atrás volvió a cubrir mi coño con su boca, repasando primero mi culo de arriba abajo y dejando la marca de sus dientes en mis nalgas. De pronto empezó a azotarme y mi sorpresa solo fue comparable al placer que sentí tras cada bofetada. 

La mezcla de su lengua adentrándose en mi y su mano sacudiendo mis nalgas propició mi segundo orgasmo en menos de lo que había pensado. Me temblaban las piernas asi que intenté sentarme y al hacerlo, el escozor que se había quedado en mi piel se reactivó, con lo cual di un respingo. 

Cuando quise levantar la mirada recobrando el aliento para dirigirme a aquella chica, se estaba dando media vuelta y saliendo de allí. No llegué a tiempo de agarrarle el brazo y para cuando me recompuse y salí del baño se había esfumado. Cuando minutos después me encontré de nuevo con Miriam en la pista, tuve la sensación de que todo aquello había sido producto de mi imaginación pero la humedad que persistía en mis bragas y el escozor de mi culo me corroboraron el encuentro que acababa de tener. Sonreí sin poder evitarlo y nos fuimos a la barra a por otro cubata.

Coordinadora de equipo en Somos Peculiares.
Terapeuta especializada en temas de género, sexualidad y parejas.
También te puede interesar:
El espejo del baño

El espejo lo acababan de limpiar. Ese espejo que sirve para verme de cuerpo entero cada mañana y que cuelga Leer más

Frankenstein o el moderno folleteo

"Acaso será imposible salir de aquí sin caer en la cuenta de que mi cuerpo, como el de Calig, como Leer más

Pólvora

Viernes, 19:30  ¡¿Derek?! Olí su perfume según cerré la puerta. Su inconfundible perfume mezclado con sangre y pólvora. El tintineo de Leer más

Locas como tú

 "No prometo hacerte el amor porque eso no se me da nada bien, pero podemos follar durante las noches que Leer más

¿Llevas un tiempo dándole vueltas a la idea de ir a terapia por algo que te genera mal estar?

 

¡El cambio empieza en ti y aquí! Infórmate sobre nuestros servicios y reserva tu primera cita online.

Scroll al inicio