Mi consejo es siempre que elijas un momento en el que sepas que vas a estar sola y que no vayas a tener interrupciones posibles, ya que es un trabajo que ha de hacerse desde el cuidado y el mimo más absoluto y prestando atención en lo que está sucediendo.
También te recomendaría anotar qué se te mueve durante los ejercicios, ya que a veces, al prestar atención de manera tan directa a nuestra vulva y vagina, pueden saltar alarmas, o emociones desagradables, en ocasiones, incluso, se despiertan fantasmas ya dormidos. No tiene por qué pasar, pero si sucede, es buen ejercicio escribir qué ha sucedido y acompañar el proceso de terapia sexológica.
Una vez realizada esta advertencia, que creo que es importante remarcar, vamos a ponernos manos a la obra.
Para un suelo pélvico débil
En la gran mayoría de los casos, solemos atender a nuestra salud pélvica cuando sentimos que se nos escapa la orina o que, a lo mejor, no la retenemos como antes. Para potenciar y despertar a la musculatura “dormida”, que es la que está más débil, debemos aumentar el riego sanguíneo y estimular el sistema nervioso. Comprobamos que el vibrador que vamos a utilizar tiene un modo de vibración discontínua (probablemente, tenga más de un modo en discontínuo, pero comenzaremos por el más sencillo).
Una vez localizamos este modo, empezaremos a masajear de fuera hacia dentro ayudados de lubricante de agua (podríamos utilizar un aceite de masaje formulado para uso genital, pero no sería óptimo para la durabilidad de nuestro aparato); desde las ingles a los labios externos, de los labios externos a los internos, de los internos a la cavidad vaginal, podemos trabajar también alrededor del ano.
El movimiento ha de ser armónico y suave, sin golpeteos. Si hay una zona especialmente adormilada, podemos insistir ahí, dejando quieto nuestro vibrador en esta zona. Una vez hayamos terminado por la parte de fuera, siempre muy bien lubricado y lo más importante, si me siento preparada para ello, introduciremos el vibrador en la cavidad vaginal.
Al principio, el vibrador ha de dejarse quieto y sentiremos las ondas vibratorias a través de las paredes vaginales. Este primer ejercicio con el vibrador dentro es curioso, ya que se trata de observar nada más y hay veces que se sienten cosas nuevas. Una vez reconozcamos qué sucede en nuestra vagina (la musculatura ya va despertando), podemos acompañar con una contracción a cada vibración, acompañada de la exhalación del aire (la contracción siempre al soltar el aire).
Recuerda que la contracción vaginal hay que realizarla como si estuviéramos sorbiendo espaguetis, pero con el chichi. Cuando tengamos el ejercicio controlado, podemos intentarlo con otros modos de vibración discontínua que tenga tu juguete. Y cuando la vibración sea más fuerte, intentar contraer más fuerte también. Nunca realices el ejercicio durante más de 7/10 minutos, ya que la musculatura del suelo pélvico es muy sensible y no queremos agotarla. Eso sí, sé constante.
Para un suelo pélvico con demasiado tono
Quizá no lo sepamos, pero muchas de nosotras, por el tipo de vida que llevamos, es probable que tengamos un suelo pélvico demasiado estresado, lo que a la larga nos va a llevar a que nuestra musculatura perineal se agote y termine por lo suelos. Así que, aunque no crea que pueda tener un problema, este ejercicio puede ser bueno para ti.
Esta vez, utilizaremos el vibrador el modo vibración constante. Así, conseguiremos adormecer el sistema nervioso que inerva nuestra vulva y vagina. Digamos que vamos a acunar a nuestras fibras musculares. La vibración constante atonta y relaja la musculatura (esto sirve pata toda la musculatura del cuerpo, sí, también para las cervicales).
Procederemos de igual manera que con el vibrador en modo discontínuo, de fuera hacia adentro. E igualmente, cuando introduzcamos nuestro artefacto en la vagina, también realizaremos rimero una labor de observación del impacto de las ondas en nuestra cavidad. Al terminar este ejercicio, es importante retirar el vibrador muy despacio y con sumo cuidado, para no “asustar” a la musculatura vaginal y que vuelva a tensionarse por el impacto de la extrusión.
En ambos casos, podemos terminar masturbándonos si nos da la gana. La liberación de endorfinas y oxitocina que consigamos mediante nuestro placer va a ser tan bueno tanto como para desestresar nuestras fibras musculares, como para despertar a las mismas.
Démonos placeres, todo el rato. Cada vez que podamos. Y démonos espacios para observarnos y cuidarnos.