Lo personal es politizado… y ¡hay que defenderlo!

Lo personal es político. Esta es la frase con la que Kate Millet abanderó los inicios del feminismo radical y que a día de hoy nos está trayendo algunos líos. Lo personal es, de hecho, politizable y, de facto, politizado. Esta circunstancia es de sobra consensuada y no requiere de justificación alguna. A nadie se le escapa, como no se le escapó a Kate Millet y bien nos apuntó Foucault que los mecanismos del poder han ido, cada vez más, adentrándose hasta lo más íntimo de la persona. A través de la moral y de ideologías de uno y otro signo, nuestras vidas, cuerpos, relaciones, etc., han tratado de ser moldeadas según criterios ajenos a la libre elección. Pero, ¿estamos acaso condenadxs a la manipulación de nuestra individualidad? Lxs católicxs al menos dejaban un resquicio con eso del libre arbitrio, pero parece ser que a día de hoy ni eso nos queda, nadie puede esconderse en el panóptico.

¿Llevamos la lujuria dentro? ¿Nacemos con el germen del pecado y por ello necesitamos ser reconducidos? O, por el contrario, ¿somos meros productos del patriarcado? ¿De la publicidad? ¿De la Iglesia? ¿Estamos preprogramadxs o somos tabula rasa? Estas preguntas responden a la idea cartesiana de naturaleza vs cultura, una idea dualista que no hace justicia a la complejidad del proceso biográfico de cada individuo. Nuestras culturas son el producto de nuestra naturaleza humana, por lo tanto, naturales. Y solo desde la cultura podemos hacernos una idea de lo que consideramos natural o lo que no. Una no es sin la otra, porque de hecho, no son dos cosas.  Las personas no somos naturaleza o cultura, somos el resultado de la interacción de un sinfín de factores materializados en historias de vida, en biografías de las que somos sujetos activos. Por supuesto influenciados, pero también influyentes y con capacidad de agencia.

"Las personas no somos naturaleza o cultura, somos el resultado de la interacción de un sinfín de factores materializados en historias de vida, en biografías de las que somos sujetos activos" 

Toda lucha que hable en nombre de la libertad, de la libertad de quien sea (mujeres, marikas, bolleras, trans, poliamorosxs...) ha de saber defender la libertad de cada mujer, de cada marika, de cada bollera, etc., de ser, como agentes activos de la construcción de su porvenir, la mujer, marika o bollera que le dé la gana y como le dé la gana, o buenamente pueda, y no crear nuevos patrones homogenizadores para cada uno de sus nichos. Y así mismo, cerciorarse de que en nuestros encuentros tengamos claro cómo se le mete el dedo en el ojo al Gran Hermano para que podamos hacer uso pleno de nuestras incoherencias sin jueces ni juezas.

"El infantilismo con el que se nos viene haciendo la cama, diciéndonos cómo hay o no hay que usarla, hace de nosotrxs una suerte de peleles a merced de quien grite más alto (o más cerca)" 

Se suele decir que una mancha de mora con otra verde se quita, pero una mancha de moral, de esas morales que lo dejan todo perdido, que no dejan títere con cabeza, ¿cuál será la moral verde con la que limpiemos sus desastres? ¿Será una moral morada? ¿Rosa? ¿Negra? De nada nos sirve un quítate tú para ponerme yo. El infantilismo con el que se nos viene haciendo la cama (y diciéndonos cómo hay que –o no hay que– usarla) hace de nosotrxs una suerte de peleles a merced de quien grite más alto (o más cerca).

Los campos de batalla son muchos y variados. Sin embargo, en nuestra intimidad seremos nosotras y nosotros quienes decidiremos en cuáles nos metemos y en cuáles no, o incluso en cuáles nos inspiraremos para sacar diferentes ideas amatóricas. Son muchas las personas peleándose con sus propios deseos porque no son suficientemente tal o porque son demasiado cual, porque no deberían de ser o porque, directamente, no son... desde aquí les diría, que el marco de referencia para los deseos de cada cual, no puede ser otro que cada cual mismo.

"Ante la aparente imposibilidad de no crear marcos normativos ni morales sexuales, sigamos inyectándole desorden al orden hasta que lo inmoral sea cuestionar la libre vivencia de nuestros quereres eróticos" 

Así pues, este textín se enarbola en defensa de la intimidad. La defensa de la individualidad de cada sujeto y de la unicidad de cada encuentro íntimo como único medio de preservar la diversidad de nuestras vivencias. Es por esto, que considero como papel fundamental de una sexología combativa acabar con todo intento de injerencia intimista, sea del color que sea, sea en forma de imperativo o de consejo, por nuestro control o por nuestra salvación. Ante la aparente imposibilidad de no crear marcos normativos ni morales sexuales, sigamos inyectándole desorden al orden hasta que lo inmoral sea cuestionar la libre vivencia de nuestros quereres eróticos.

Sexólogo, psicólogo, peleón, crítico, flexible

BORJA MUÑOZ

Sexólogo, psicólogo, peleón, crítico, flexible.
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