El deseo es una de las razones por las que más se acude a terapia. Bien porque se considera que se tiene poco o porque se considera que se tiene mucho. De hecho, la mayoría de las personas que vienen hablando sobre deseo, vienen con demandas como “queremos recuperar la chispa”, “no sé qué me pasa, pero no me apetece… (lo que cada cual considere que es follar)”, o “no entiendo porqué deseo así o si como deseo está mal (esto para otro artículo porque es un temón)”. Pero vamos por partes, porque para empezar ¿qué es el deseo?
Una de las múltiples trampas en las que caemos es pensar que es un “ente” que aparece y desaparece. Y esto pasa porque usamos el término en singular. Al hablar de deseo la mayoría de personas creen que pueden acceder a él o despertarlo con una especie de botón, o que es algo que engloba un todo. Como si solo hubiera una sola manera de desear o un único deseo.
Por eso nos esforzamos, tanto en terapia como en los talleres, en usar el plural. Cuando hablamos de deseos en plural se multiplican las posibilidades y las alternativas. Directamente, la lista de cosas que pueden entrar dentro de lo que entendemos como “deseo” se amplía.
De hecho, es curioso que al usarlo en plural muchas personas, incluso, lo sacan de lo erótico, ampliandolo a lo que deseo en la vida, a nivel laboral, a la hora de comer, en relación… Y esto nos permite trabajar desde un lugar de entendimiento muy distinto.
Sin hablar, por cierto, de los líos que genera lo de “poco” o “mucho”... porque ese es otro melón que podemos abrir. ¿Acaso existe una unidad de medida que nos diga qué es lo que entra o se considera que es poco y lo que es mucho? Como pasa con eso de lo que está “bien” y lo que está “mal”.
Estos términos más que ayudarnos nos complican el entendernos, a nosotras mismas en primer lugar. Y en este caso en concreto, no ayudan nada a entender cómo funcionan nuestros deseos, qué es lo que deseamos y lo que nos apetece, y en función de esto, cómo reacciona nuestro cuerpo.
¿Por qué no me excito?
Como antecesor a este párrafo otra de las grandes preguntas a las que queremos dar respuesta intentando que se entienda la diferencia entre deseos y excitación. En Sexología hablamos de que los deseos son la motivación o el interés en algo erótico, mientras que la excitación es la respuesta física que se genera frente a un estímulo placentero.
O dicho de forma más sencilla: Los deseos son lo que genera el movimiento y la excitación es la respuesta al movimiento.
Y aún más sencillo: Los deseos son lo que me apetece y la excitación la respuesta a lo que me apetece, es decir, cómo reacciona mi cuerpo.
¿Puedo mejorar mi excitación y mi deseo?
Entender la diferencia anterior nos ayuda a poder trabajar ambos o por separado. Porque no podemos trabajar la excitación sin descubrir y entender primero qué deseamos y segundo qué está pasando con mi cuerpo. Por eso, hemos decidido dejarte algunas preguntas que creemos que te pueden ayudar a identificar qué es realmente lo que está pasando.
– ¿Es cosa de deseos o de excitación?
– ¿Es algo que no se me despierta y por lo que tengo interés o pierdo las ganas cuando me pongo a jugar?
– ¿Soy consciente de que esto me está afectando, pero paso de trabajarlo en terapia? ¿A qué tengo miedo?
Si después de leernos te sigue preocupando el tema podemos hablar de tu caso en particular en una sesión y que nos cuentes mejor qué está pasando y cómo lo estás viviendo tú.
Te dejamos sin ningún compromiso nuestro contacto, por si quieres trabajar el tema y vivirte desde otro lugar entendiendo qué pasa. Mándanos un correo a equipo@somospeculiares.com o llámanos o escríbenos por WhatsApp: 644 605 758
