No se dice educación ‘Afectivo-Sexual’, se dice Educación Sexual

Cuando hablamos de Sexología o de educación sexual hay términos que inevitablemente se nos pasan por la cabeza a la hora de hablar de nuestro trabajo, como es el caso de ‘educación afectivo-sexual’. De hecho, todavía hoy hay “profesionales” que lo siguen usando erróneamente y sin ser conscientes de su origen o significado. 

El término ‘afectivo-sexual’ nace durante la dictadura española e intenta separar las emociones de los encuentros como si fueran divisibles (o posible hacerlo), por eso es un error usarlo, porque es anticuado e inexacto. En aquel momento se usó como recurso para que la Sexología se pudiera enseñar, pues las emociones eran más aceptadas que el sexo en aquel entonces.

Es una división/confusión semántica que hemos aceptado e ido arrastrando en el tiempo y en la enseñanza, porque tristemente, todavía hoy, es más fácil acceder a las escuelas o a la enseñanza en general con este discurso/término. Pero educar aplicando esa separación entre las emociones y los encuentros no hace más que perpetuar una idea errónea de lo que es relacionarse eróticamente con otra persona.

La raíz del problema

Uno de los motivos para seguir utilizando este término es la falta de comprensión de nuestra disciplina. En nuestro sector, como en todos, hay muchxs autodenominados “profesionales” que afirman ser o estar titulados en Sexología (el intrusismo laboral es inevitable), pero que en realidad no saben nada de esta ciencia. 

Estas personas, que afirman ofrecer educación sexual, están más interesadas en crear expectación o en hacer negocio que en ofrecer información y en cultivar las mentes. Hablan de educación sexual sin profundidad o centrandose solo en el sexo que se hace y no en el sexo que somos, porque lo segundo no vende y hablar de “cómo ponerte a cuatro patas para follar”, sí. En fin… ser sexóloga está de moda… o eso parece… 

Pero de lo que no nos damos cuenta es que con este tipo de mensajes nos olvidamos de las emociones: ¿cómo interactúan?, ¿cómo me siento haciendo esto?, ¿quiero ponerme así? ¿me gusta de esta manera? Son preguntas a las que no se les da espacio con ese tipo de discursos.

¿Por qué se sigue usando ‘afectivo-sexual’? 

Los mensajes tipo: “te enseño a hacerlo bien” hacen que las personas tengan en su imaginario que Sexología es igual a “aprender a follar bien” y que eso es lo que enseñamos. Las personas que hablan de ‘educación afectivo-sexual’, parten de la base de que el sexo es algo que no implica emocionalidad y por eso lo separan.

De hecho, suelen hacer la distinción entre follar y hacer el amor para hablar del sexo sin o con sentimientos pero, ¿si somos seres emocionales, cómo separar las emociones de nuestros actos? Al final, estas personas hablan básicamente de follología, es decir, única y exclusivamente del encuentro sexual, dejando de lado todo el resto de hechos sexuales que conforman nuestra ciencia.

Es más, y yendo hacia lo profundo: ¿acaso existe algún encuentro que no genere vínculo?, ¿acaso hay algún encuentro que no provoque emocionalidad? Porque no nos engañemos, follar, conectar con otrx, provoca y genera vínculos, del tipo que sean, y mueve emociones de todo tipo. No nos quedemos solo con las emociones que interpretamos como agradables.

Entonces, ¿qué es la Sexología?

Con tanto lío, y a fin de bajar a tierra conceptos, hemos pensado que lo más interesante es explicar a qué nos dedicamos realmente. La Sexología es la ciencia que estudia el hecho sexual humano. 

Y cuando hablamos de educación sexual, hablamos de la educación de los sexos, es decir, de mujeres y de hombres. Hablamos de deseos y de cómo se producen, se realizan y se solicitan, de límites, de sus amores y de cómo se relacionan, de sus encuentros y desencuentros, de sus tratos y sus maltratos, de sus apegos y sus desapegos, de sus interacciones y de todo lo que gira en torno al hecho de ser y vivirse como mujer u hombre independientemente de su genitalidad, en tanto que nos sexuamos en clave binaria, es decir, de masculino y/o femenino.

EL MUNDO NECESITA EDUCACIÓN SEXUAL. ¿APOSTAMOS POR ELLA?

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Intersexualidad

Nos ha parecido necesario crear un pequeño apartado para este concepto, con ánimo de profundizar en otros artículos, pero nos parecía interesante dejar aquí la definición sobre la intersexualidad de los sexólogos Magnus Hirschfels y Gregorio Marañón a principios del siglo XX, que decían que: “Cada quien ocupa un espacio en una escala de intersexualidades donde lo que llamamos masculino y femenino se entremezclan en nuestras biografías dando lugar a esa persona sexuada individual, única e irrepetible.

Al igual que mencionan que “los caracteres sexuales, sean masculinos o femeninos pueden estar igualmente presentes en cada persona sea cual sea su identidad. Todas las personas estamos en una escala de intersexualidad ocupando nuestro espacio en algún punto intermedio entre dos polos que serían lo masculino y lo femenino.” 

Objetivos de la educación sexual

Una vez aclarados estos términos, podrías preguntarte: ¿cuál es el verdadero objetivo de la educación sexual? Para esta definición hemos acudido a la AEPS, Asociación Estatal de Profesionales de la Sexología, con el objetivo de recoger los objetivos genéricos de esta ciencia y de todxs sus profesionales. 

El objetivo de la educación sexual es que cada cual pueda conocerse, en tanto que persona sexuada, aceptarse para tener una vivencia satisfactoria de su sexualidad y a partir de ahí capacitarse para expresar su erótica y encontrarse con el otro o la otra, objeto de sus deseos y/o amores. Conviene no olvidar aquellos parámetros de equidad, bienestar, disfrute y placeres que serían pues necesarios para poder conocerse, aceptarse, expresarse, encontrarse y respetarnos.”

Biografías sexuadas

¿Y esto de biografías sexuadas? Quizás este concepto sea nuevo para ti, pero esto es precisamente lo que somos. Seres sexuados con una historia que nos ha traído hasta el presente y en la que han formado parte muchas cosas que ahora nos hacen ser quienes somos. 

Por eso podríamos concluir que la intención de la Sexología para con la educación sexual es la de ayudar a cada persona a entender y aceptar como válida su biografía sexuada, es decir, cómo somos y por qué en base a nuestro entorno, de qué manera nos relacionamos, cuáles son nuestros gustos y/o orientaciones, nuestros deseos y maneras de vivir la erótica, conocer y gestionar nuestras emociones y los encuentros sexuales… y ser conscientes de que cada vivencia es única e irrepetible. 

Eso sin olvidarnos de que parte del trabajo de los sexólogos y las sexólogas es también tratar de poner en relevancia la diversidad existente y con ello, dar opciones y fomentar el espíritu crítico personal para poder elegir identificarse con aquello que más se adecue a los gustos y necesidades de cada unx, porque como nos gusta mucho decir a nosotras, hay tantas maneras de vivir la sexualidad como personas hay en el mundo.

Por qué es un error usar la expresión ‘afectivo-sexual’

Una vez habiendo hecho todo este recorrido anterior llegamos a la pregunta del principio: ¿por qué es un error usar la expresión ‘afectivo-sexual’? Porque, para empezar, llamar ‘afectivo-sexual’ a la educación sexual es una redundancia y por tanto una incorrección, ya que la sexualidad ya incluye los afectos y las emociones.

Al usar ese “prefijo” la intencionalidad es parecida a usar lubricante para forzar a que entre (que no se malinterprete). Es una manera de que la educación sexual entre en las mentes más estrechas y éstas no se escandalicen del posible discurso a su juicio soez que trae consigo la idea que tiene la sociedad de lo que es la Sexología. 

El problema de la follología

“Gracias” a los discursos de la follología se está fomentando la idea de que cuando vamos a hablar en las aulas sobre educación sexual les vamos a ir a explicar cómo follar bien (como si hubiera una manera de hacerlo “bien”) o que cuando vienes a terapia vienes porque tienes una disfuncionalidad que no te permite follar bien… vamos… como si los prefesionales de la Sexología SOLO supieramos y hablaramos sobre el sexo que se hace.

Desde nuestro punto de vista, podríamos decir que las personas y/o profesionales que hacen uso de este término, siguen viendo la educación sexual como decíamos al principio del artículo: una cuestión meramente ligada a los genitales y a lo que hacemos con ellos, es decir, lo que hace la follología. Y nada más lejos de la realidad. Por eso creemos que educar en sexualidad desde este enfoque es contraproducente y no aporta nada nutritivo.

Origen del término ‘afectivo-sexual’

Sorprendentemente se trata de una expresión que solo se usa en el territorio español, (desde la UNESCO se la denomina como educación sexual integral o comprensiva) y el porqué de ello tiene su origen en el franquismo, más concretamente en el año 1972. Por aquellos tiempos, coletazos finales de la dictadura franquista, un grupo de médicos pretende llevar a cabo unas jornadas de educación sexual en Madrid, las cuales para poderse celebrar debían de contar con la aprobación de la Dirección General de la Policía. 

Al tratarse de educación sexual y con el escándalo que esa palabra producía y produce, el permiso fue denegado así que los médicos tuvieron que dar con la manera de pasar el filtro. La combinación ganadora fue denominar a las jornadas “Jornadas de Educación Familiar, Afectiva y Psicosexual” y así nació este término que ha llegado hasta hoy día resumido en educación afectivo-sexual.

Pero el problema persiste…

El problema no sería más que anecdótico si no se siguiera usando este término de manera bastante habitual. Y lo peor es que en su origen pudiera tener justificación su uso por la censura evidente de la época, pero hoy en día se usa de motu proprio. 

Si bien es cierto que, debido a la falta de educación sexual de calidad y no centrada en la prevención de embarazos y ETS’s, en muchas ocasiones nos hemos encontrado que a la hora de hacer llegar nuestro discurso, ha sido necesaria una explicación a este respecto porque el tema, nos guste o no, sigue siendo tabú y el término ‘afectivo-sexual’ cuaja más y mejor por desgracia.

Como muy bien dice la compañera Ana Fernandez Alonso, todo esto es debido a “la carencia de una educación sexual de calidad, impartida por profesionales cualificados en la materia, entendida como “educación de los sexos” que es de la única forma en que puede entenderse la educación sexual. Esa buena educación sexual que nos alejaría de los pudores que nos da asociar lo sexual con “lo meramente genital”, nos daría por fin el permiso de prescindir de la “afectivo-excusa”.

Posible solución

La solución que vemos a este “problema”, tanto de incomprensión como de mala divulgación, es una muy concreta: que la educación sexual sea obligatoria en las aulas y que ésta, sea impartida por profesionales que hayan recibido una formación certificada antes de divulgar contenido inexacto o que genere malestar en lxs receptores. Recordar que el rigor para abordar conceptos es importante y que cualquier formación no vale, porque la educación sexual debería ser impartida sólo por personas formadas en Sexología de carácter de post-grado. 

Y para lxs que ya no estáis en las aulas, recordaros que es importante no quedarse con una sola versión, sino fomentar el espíritu crítico (en este y otros campos), que podéis elegir qué tipo de “profesional” consumís y que está en vuestra mano cultivaros con/en una buena educación sexual.

* Referencia de la Asociación Estatal de Profesionales de la Sexología.

Melanie quintana @somospeculiares
Melanie quintana
Periodista y Sexóloga. Directora y coordinadora de equipo en Somos Peculiares.
Te puedo ayudar con tus relaciones, los conflictos, sexualidades, diversidades y peculiaridades.
Coordinadora de equipo en Somos Peculiares.
Terapeuta especializada en temas de género, sexualidad y parejas.
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