¡Hola amiga! Aquí vas a encontrar información generalizada sobre relaciones. Hemos resumido las ideas de forma sencilla para que puedas hacer un recorrido por los aspectos que hemos considerado más relevantes. Si quiere saber más, guárdanos en tu lista de favoritos, porque el contenido lo vamos ampliando cada mes con artículos. 

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Relaciones

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    relaciones y romanticismo @somospeculiares

    ¿Qué significa estar en relación o tener una relación?

    Lo curioso de esta pregunta es que no hay una respuesta generalizada, sino más bien,  muchas (o una muy plural y muy personal). Ya que cada uno de nosotros vamos construyendo lo que es estar o tener una relación en base a una lista de necesidades y preferencias. 

    Lista que a lo largo de la vida va cambiando y en la que vamos quitando o añadiendo cosas que queremos compartir, demandar o construir con el otro. Obviamente, depende de cada uno y de tus propias vivencias, necesidades y biografía sexuada. Por lo que lo primero que te deberías preguntar es: ¿qué significa estar en una relación para mí?

    Así, en la búsqueda de esa respuesta, puedes encontrar cosas como: Vincularte afectivamente con otra persona. Compartir quién eres. Ese lugar donde tus deseos y límites son escuchados y respetados. Tener un proyecto de vida común. Mantener relaciones eróticas satisfactorias. Demandar y respetar los espacios de cada uno. Construir una familia... ect. 

    ¿Cómo puedes llegar a saber qué significa estar en una relación para ti? Escuchando y analizando algunas necesidades y conceptos o aprendizajes que damos por hecho en cuanto a cómo nos relacionamos y que, en realidad, no muchas veces hemos pensado ni valorado. Ni siquiera nos hemos replanteado si es lo que queremos o no. Pero, como este es un proceso que te proponemos hacer en terapia y de la mano de una profesional, aquí vamos a intentar explicar esos conceptos que en ocasiones son tan abstractos.  

    ¿Qué es el amor? Del concepto de amor al ars amandi

    Empecemos por explicar este concepto tan complejo, este sentimiento, esta emoción, para que te hagas una idea en tu cabeza. La construcción que hagas estará bien. Quédate con lo que te resuene y te sirva.

    Los estudios de referencia sobre el concepto de amor y el enamoramiento, ideas que están vinculadas directamente con la idea de relación, suelen tratarlos como unos sentimientos muy elaborados. Según la época y el momento histórico el concepto Amor Pasión (que explicaremos más adelante) ha tenido distintas versiones y se ha comprendido de diversas maneras.

    Los textos y libros que han tratado y estudiado nuestra forma de amarnos, han tenido en cuenta, sobre todo, cómo nos encontramos y nos vinculamos, y cuál ha sido la motivación en cada momento histórico. 

    Se han ocupado, también, de tratar de entender cómo funcionan los deseos y cómo y por qué nos atraemos. Han procurado explicar los sentimientos que interactúan, los ritos, los hábitos y costumbres. 

    Es decir, la mayoría del contenido que podemos encontrar en relación al amor, explica el cortejo, o sea, la seducción. Por ejemplo, sería algo así como lo que vemos en las películas románticas, el cómo se enamoraron. Pero, ¿esto es el amor?

    Historia: El triple hito del Eros, el amor y el matrimonio

    Da igual a qué momento de la historia nos remontemos... siempre han existido las parejas. Los seres humanos somos seres sociales y como tal, nos relacionamos entre nosotros. Pero aunque siempre hubo parejas, no siempre existieron los mismos modelos relacionales. 

    Si tuviéramos que sentar el origen de las relaciones, podríamos decir que el principal motivo de éstas uniones era el Genus. Es decir, nos juntábamos los unos con los otros con la idea de procrear o de “generar más gente”.

    La pareja como “institución”, como idea, se consolidó como un modo de organización humana, con el objetivo de que esa unión se afianzara y durara en el tiempo. 

    En otras palabras, las parejas se entendían como ese “compartir todo con el otro”. Nacías para compartir tu vida con otra persona, solo una, la que te tocaba. Con la que procreabas y tenías descendencia. 

    Por aquel entonces, la pareja como hoy la entendemos, poco tenía que ver, en principio, con el amor o lo que se entendía por amor. ¿Pero de dónde viene la idea que tenemos del amor?

    Para entender el origen tendríamos que tomar como referente varias culturas, religiones y hechos históricos. 

    Por un lado, los clásicos griegos crearon el término y concepto erótico. Palabra que desciende del dios Eros y que se utiliza para designar y explicar el sentimiento de atracción y deseo entre las personas. La parte erótica de la relación.

    El anhelo de pretender a la otra persona por placer y deseo, y no con fines relacionales.  

    Y para explicar la belleza y las emociones “bonitas o placenteras” derivadas del amor, tomaron a la diosa Afrodita como representante. Lo que se considera la parte afrodisíaca de la relación. Ese cosquilleo que te despierta el enamoramiento.

    Estos dos dioses, que también son el origen de los símbolos que hoy día utilizamos para representar al hombre y a la mujer, fueron los que condujeron, de una u otra manera, a esa idea y necesidad de vincularnos con alguien. Y a mitos como el del ser andrógino o el de la media naranja.

    Por otro lado, los clásicos latinos tradujeron y usaron la palabra Amor para hacer referencia a sus actos e incidencias. Es decir, a lo que hacían con esas emociones, a las interacciones entre las personas. Era un concepto más terrenal, más tangible.

    Donde los griegos habían venerado a Eros y Afrodita, los latinos hablaban de Amor y Venus, o Cupido.   

    El cristianismo también tuvo su papel en lo que entendemos hoy día por amor. Suprimieron la cultura del Eros y Afrodita, e impusieron en su lugar la idea de matrimonio como único producto “divino y natural”. 

    Frente a la noción de Eros, el cristianismo impuso la noción de Ágape, un tipo de amor donde solo se tiene en cuenta al ser amado, solo se mira por el bienestar del otro. Concepto o idea acomodada como Caritas, lo que se entendía como la acción de ser solidario con el otro. 

    Todo lo que no se acomodó a este fin, fue excluido y considerado enemigo, y por lo tanto, objeto de persecución. El deseo y el amor solo se entendían si estabas casado, dentro del matrimonio y básicamente con fines reproductivos, sino era pecado. 

    Origen de la palabra matrimonio 

    ¿Alguna vez te has planteado de dónde viene la palabra matrimonio? Curiosamente, proviene del latín y hace referencia a las cargas que asumía la mujer una vez se unía con un hombre. Y ¡ojo! que esto se veía y se sentía como un regalo para ellas.

    Estructural y políticamente, sólo existía aquel tipo de unión y solo se daba entre un hombre y una mujer. La homosexualidad no estaba ni planteada, porque esas parejas no servían para la procreación. De hecho no se consideraban ni parejas ni algo digno.

    Por aquel entonces, se entendía como matrimonio la maternidad legal o el derecho a ser madre que se le otorgaba a la mujer al vincularse con un hombre. Es decir, la condición de mater familias o matrona. 

    Dicho de forma más sencilla, el matrimonio era el hecho y el derecho que se le daba a una mujer de poder crear una familia y encargarse de todas las tareas de la casa, así como de la crianza de los hijos. 

    Está muy relacionada en origen, con la palabra y lo que se entiende por patrimonio, pero mientras el patrimonio hacía mención a los bienes adquiridos por herencia, el matrimonio era algo más intangible o no de valor adquisitivo.  Lo que era obligación de la mujer era ese “matri-monio” y la del hombre ese “patri-monio”.

    Con esta idea, lo que pasó fue que se erotizó la intuición genética y la procreación se convirtió en el centro y motivo básico de las relaciones, es decir, lo que importaba era buscar y juntar a quién diera buena descendencia. 

    Esto hizo que la cultura del matrimonio en occidente se quedará huérfana de los componentes de atracción, seducción y cortejo. Todo lo que entraba dentro de estos conceptos era pecado.

    Muestra de esta orfandad en las relaciones o los matrimonios es el hecho de que la persona encargada de decidir quiénes se casaban y por ende, quiénes tenían el deber de procrear, era la figura del padre. 

    Esto es lo que se conoce como el antiguo orden sexual. Se consideraba a la mujer como sinónimo de esposa y madre, y al hombre como sinónimo de esposo y padre. Obviamente, la figura del “sujeto” deseante o del “objeto” deseado no tenía cabida. Pues como hemos dicho, el deseo era pecado.

    La boda no era más que una mera transacción en la que la mujer era un objeto de comercio que se intercambiaba en una ceremonia. Ese intercambio era en sí el motivo del festejo. 

    El padre entregaba a la hija (núbil y virgen) a un marido que la hacía suya y el trato se formalizaba mediante una dote. Es decir, se buscaba un matrimonio (para procrear) y un patrimonio (para asegurar la riqueza y el bienestar familiar).

    Era primordial que el matrimonio cumpliera 4 principios. Debía ser:

    • Convencional, heterosexual y vitalicio
    • Reproductivo
    • Estructural: se debían seguir roles sexuales estereotipados
    • Regulado por la consanguínea del patrimonio

    ¡Ojo! Esto que nos parece tan lejano en la historia, y aunque esta práctica ya no está tan extendida (por suerte), se sigue practicando en diversas culturas. (Amplia esta información en artículos.)

    Amor Pasión: Edad Media y romanticismo 

    Éste orden del que os hemos hablado continuó muy presente en lo que se entendía como “emparejarse” hasta que con la Ilustración, se retomó la idea del Amor Pasión, surgida en la Edad Media en el Languedoc. Lo que constituyó una revolución contra las ideas del cristianismo. 

    Un pistoletazo de salida que dio vida a nuevos códigos amatorios como el expuesto en De arte honesti amandi de Andreas Capellanus en el siglo XII, o los decálogos de las Cortes de Amor, El collar de la paloma o el Libro de Buen Amor. (Amplia esta información en artículos.)

    Algunos plantean este momento medieval como el primero y más importante en el que la mujer (la Dama) se hizo no solo presente, sino incluso la regidora de la amatoria. Es decir, fue uno de los momentos clave en el que se puso a la mujer frente a la idea de romanticismo y todo lo que representaban los conceptos de cortejo y seducción. 

    La mujer no solo era la figura que había que seducir, sino que también esa figura que representaba la seducción. No solo era la que despertaba las pasiones, sino la figura apasionada. No solo la que despertaba las emociones producidas por el enamoramiento, sino que también la única figura que entendía las emociones. (Te hablamos del amor romántico y de ‘Romeo y Julieta’ en la home.)

    A raíz de todo esto, durante la Ilustración surgió el estilo de amatoria galante. Un concepto o forma de amatoria que trajo consigo otros como la separación del espíritu y la carne dentro de lo que se entendía por amor.

    Origen de la separación de las emociones del cuerpo: Lo afectivo y lo carnal

    Algunas corrientes científicas y divulgativas de las últimas décadas del siglo XX volvieron a poner en circulación constructos e ideas como “vinculación afectiva”, “apego” o “afectivo”, dentro del marco de lo amoroso.

    Una idea, que como ocurre en infinitas ocasiones, se cree nueva y no lo es. Por ejemplo, San Agustín en el siglo IV y V ya habló de ello, o San Bernardo con el Amor Pasión en la Edad Media. 

    Pero a lo que vamos es que, con estas ideas, se separó el espíritu de la carne. Se metió el concepto de amor dentro del espíritu, dejando al resto, una vez más, a la merced del cuerpo, condenándolo.

    Lo afectivo, las emociones, se entendían como algo vinculado al alma, a lo intangible, a dios, a lo espiritual. Y lo carnal era lo relativo a los deseos y por lo tanto pecado. 

    Lo afectivo-sexual

    Lo que nos lleva a un término que nosotras hemos intentado desmontar en innumerables ocasiones: Afectivo-Sexual (puedes leer sobre ello aquí).  

    Este gran abismo creado históricamente entre el amor (lo espiritual) y el deseo (carnal), ha dado como resultado algunos conceptos modernos en los que se ha sustituido el término carnal por sexual

    Es por eso que insistimos que la educación sexual no habla solo del sexo derivado del placer, de lo carnal, de los genitales, de follar, del sexo que hacemos. Si no también de las emociones, del “espíritu”, de lo intangible, de los sentimientos, del cortejo, de la amatoria, de los vínculos…

    Las personas no somos exclusivamente deseos y carne, somos seres sexuados. Somos biografía sexuada, historia, instinto, emoción. Somos no solo lo que se toca, también lo que no. Y entender la educación sexual como algo separado no hace más que atrasarnos en nuestra propia evolución y comprensión.

    Una vez que entendemos que ambos van de la mano (el sexo que hacemos y el sexo que somos), podemos entender, por ejemplo, que el sexo no es otra cosa que la manifestación de la erótica, es decir, del deseo.

    Y que ese deseo es un concepto exclusivamente humano y propio, o sea, con biografía propia. De cada uno. Por eso la amatoria es un ars amandi, un cultivo, una cultura, una forma de vida humana. Es una consecuencia de nuestra condición sexuada como humanos que somos, y por eso hay que plantearla desde esta idea, y no al margen de ella.

    Para explicar la amatoria es importante reconceptualizarla a partir de la Erótica, desde las conductas, de seducción y cortejo, de búsqueda y encuentro del otro, de los encuentros y desencuentros. 

    Amor vs enamoramiento

    Es muy habitual confundir el amor con el enamoramiento, pero son dos cosas diferentes como hemos ido viendo. Metafóricamente hablando el enamoramiento es aire y el amor es tierra. Cuando estás enamorada estás en el mundo de las ideas, en el de la idealización. Estás obnubilada, a veces incluso, literalmente flotando. 

    El amor es bajar todo eso a tierra. Es dejar de vivir en el mundo de Aladdin, en ese mundo ideal que muy pocas veces tiene algo de real. El amor es algo que construimos con el tiempo. Tiene más relación con los proyectos en común, el compromiso, el respeto, la confianza, la independencia, la tolerancia y la admiración mutua. Y esto es fruto de un trabajo en equipo. (Tienes artículos sobre esto abajo y contenido sobre este tema en nuestras redes sociales.)

    Amor: Del romanticismo al apetito carnal

    Recapitulando, podemos entender la revolución del Amor Pasión en el Medievo como mística o religiosa y la de los sexos de la Ilustración como laica e ilustrada. De esta manera una cosa queda clara: poco a poco, y de muchas maneras, se ha abandonado las referencias religiosas y normativas morales antiguas y se ha pasado al referente de la observación o a su organización desde abajo, desde lo tangible, desde la tierra, desde el cuerpo.

    La mujer, que a lo largo de la historia ha sido la gran protagonista dentro de la idea del amor, ha dejado de ser la tentación maldita, para pasar a ser de la misma condición que el hombre. (Esto último lo decimos muy entre comillas y desde el punto de vista analítico y estudioso).

    Es decir, lo que hemos hecho es bajar el concepto de Amor Pasión de su versión más romántica a un apetito carnal, para terminar llamando a todo sexo. Lo que hace que aún perdure la convinación de que el sexo está al servicio del amor. Por cierto… qué curioso que a follar se le haya llamado también “hacer el amor”... una reflexión a la que nos puede llevar leer estas líneas. (Tienes más info sobre esto en el apartado de sexo.)

    La pareja como fórmula

    La idea que hemos traído hasta nuestros días es el concepto de la pareja como objetivo vital. Esto sumado a las expectativas de que esas dos personas (entendiendo dos como interacción plural), siempre se entienden, conviven y comparten un proyecto de vida… nos mete en un montón de líos emocionales y vivenciales.

    Partimos de que, lo que mayoritariamente desea el ser humano, es encontrar una pareja más allá del enamoramiento. Construir un proyecto común que merezca la pena y ser felices en ese proyecto. Planteamientos que en menor o mayor medida responden a deseos, a nuestra erótica y a la idea que hemos arrastrado de lo que esto significa.

    Pues la época actual no solo ha sido proclamadora del individuo como propio y completo, sino que también ha descubierto que lo que nos une a todos es el deseo de compartirnos como individuos. 

    Cada uno a su manera, con sus necesidades, con sus límites y con vínculos muy dispares, que son exclusivamente propios, pero que no quitan de ese deseo de compartir quienes somos.

    Pero la gran rebelión contra lo establecido anteriormente es el corte con las relaciones insatisfactorias, o la búsqueda de otras nuevas, unido al deseo de algunos de simplemente sentir una y otra vez, las emociones generadas por el enamoramiento.

    Es decir, hemos pasado de la obligación de tener una sola pareja de vida a poder decidir cortar el vínculo si no es sano o satisfactorio, pero ¿tenemos las herramientas para poder hacer esto con responsabilidad afectiva? O a entender los vínculos solo a través de lo que se siente en el enamoramiento. Pasando del negro al blanco o del blanco al negro. De la idea del para siempre al para nunca, al “si te he visto no me acuerdo”. 

    Y es que aunque haya pasado el tiempo y hayamos dado muchos pasos en cómo nos vinculamos, aún nos queda mucho trabajo que hacer para entender las necesidades individuales que nos llevan a hacerlo y desde dónde lo hacemos.

    Todo esto nos mete en grandes líos y muchos paradigmas que iremos tratando en diferentes artículos y que si te interesa podemos trabajar en formaciones

    Si necesitas ayuda no dudes en escribirnos a equipo@somospeculiares.com o llamarnos o mandarnos un WhatApp al número de teléfono 644 605 758

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